Galimatías administrativo

El peso deja al patinete eléctrico en un limbo legal en Barcelona

Tres usuarios de patinete eléctrico, en el paseo marítimo de la Barceloneta.

Tres usuarios de patinete eléctrico, en el paseo marítimo de la Barceloneta.

CARLES COLS / BARCELONA

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Los patinetes eléctricos, objeto de queja vecinal este verano en la Barceloneta porque algunos usuarios los utilizan sin respetar a los peatones, circulan por las aceras, el carril bici y las calzadas con los mismos derechos y obligaciones que las bicicletas, pero un análisis atento de sus especificaciones técnicas obliga a concluir que no debería ser así. En el año 2007, el Ayuntamiento de Barcelona redactó una norma general con la que regular el creciente número de ingenios eléctricos destinados a la movilidad que los fabricantes ponen en el mercado. Esa norma establece tres condiciones muy claras. El patinete, en contra de la percepción generalizada, incumple la del peso.

Aquel decreto municipal tenía como propósito no redactar una norma específica para cada nuevo invento. Eso es lo que había sucedido con anterioridad. Por ejemplo, cuando el segway irrumpió en el mercado del transporte personal, Barcelona detalló sus condiciones de uso. Si es turístico, las rutas están muy acotadas, y su empleo debe realizarse siempre con casco y con un guía de la empresa. La norma del 2007 lo que pretendió fue simplificar los criterios, así que determinó que cualquier ingenio eléctrico que mida menos de 80 centímetros de ancho, circule a menos de 25 kilómetros por hora y pese menos de 25 kilos puede utilizarse con las mismas normas que acotan el uso de la bicicleta en la ciudad.

Desde entonces, pues, las empresas que alquilan patinetes aconsejan a sus clientes que utilicen preferentemente el carril bici o que, en caso de no haberlo, lo lleven con los criterios con los que se va en bicicleta. También la Guardia Urbana observa su uso bajo esos mismos parámetros. El problema es, tal vez, que a nadie se le ha ocurrido poner un patinete en la báscula o, como alternativa, ir a buscar la información que proporcionan los fabricantes. El modelo más simple, uno de los que se emplea en la ciudad, pesa ya 25 kilos. Estaría justo dentro de la norma, pero en realidad la mayoría de los patinetes eléctricos que se pueden comprar en el mercado pesan por encima de esa cifra, más aún si se tiene en cuenta el peso de la batería, que algunas empresas excluyen en los datos técnicos, aunque sin ellas el invento no funciona.

Este dato, el del peso, no solo sitúa a los patinetes eléctricos en un limbo administrativo en Barcelona, sino que además es un interesante punto de partida para el plan que cara al próximo año pretende impulsar el distrito de Ciutat Vella para dar respuesta a las quejas vecinales, sobre todo de la Barceloneta.

Ocio o transporte

El conflicto ahí, en el antiguo barrio de los pescadores, es que algunos usuarios no alquilan el patinete como medio de transporte, para lo cual probablemente tiene futuro en la ciudad, no solo entre los visitantes, sino como divertimento. Las empresas que lo alquilan cumplen realmente con su obligación de informar sobre las condiciones de uso. Se especifica en el contrato de arrendamiento y hay carteles visibles en las tiendas que prohíben expresamente los comportamientos incívicos. El problema está, pues, en el escaso o nulo control que se realiza después.