a pie de calle

La pequeña plaza del gran hombre

La viuda Carolina, las hijas Carolina y Mercè, el yerno y los nietos de Miquel Pallés, ayer en su plaza.

La viuda Carolina, las hijas Carolina y Mercè, el yerno y los nietos de Miquel Pallés, ayer en su plaza.

EDWIN WINKELS

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Sus dos hijas aún lo ven cada día, casi 10 años después de su muerte. Cuando en plena Rambla, desde el interior de su puesto de flores donde la temperatura y la humedad son tropicales estos días, giran la vista un poco hacia atrás, más arriba, pueden ver en una pared al lado del Palau de la Virreina, a unos cinco metros de altura, una abejita alegre con una regadera en la mano que tira agua eterna a la buganvilla que se sube por esa pared. El dibujo fue hecho porÓscar Nebreda, el retratado, aunque irreconocible, esMiquel Pallés. Fue este, en el 2003, uno de los muchos homenajes que se han hecho a este gran hombre de la Rambla.Pallés, que más que florista fue marido, yerno y padre de floristas, de lasCarolinas, y deMercè también, la segunda hija. Fue concejal de Ciutat Vella y el presidente abeja del club de hombres-animales, el Arca de Noé. También le llamaban elCarolino.

Carolina yMercè, las hijas, aún lo ven cada día. Pero no solo como abejita en la pared, sino en la dulce memoria, en el recuerdo eterno. «Para nosotras, nuestro padre se merece un homenaje cada día». Y ahí van, esta tarde del martes, al homenaje de los homenajes, al gran día tan esperado.Carolinaha ido a la peluquería, y por un día cierran el puesto en la Rambla a las cinco de la tarde. En el suelo esperan cinco cubos con girasoles, una flor para cada asistente. Están nerviosas, rezando que todo vaya bien. Pero claro que todo va bien. Imposible que un homenaje aMiquel Pallésvaya mal, con tanta gente que le quería, que le amaba, que lloraba su ausencia cuando murió en noviembre del 2001 a los 63 años, solo dos años después de laiaia Carolina, increíble señora que en su puesto de la Rambla permanece viva en muchas fotos, una de ellas de 1948 con el doctorAlexander Fleming, el inventor de la penicilina.

El homenaje tiene lugar en pleno Raval, el barrio deMiquel. En un rincón de la calle de las Carretes, en un cruce con la calle de la Lleialtat, emerge una pequeña plaza que lleva ahora, que llevará para siempre, el nombre dePallés, bien grande, en una placeta moderna, por debajo de un bloque de viviendas a estrenar, enfrente de los bares Lima y Devil's Kitchen y una farmacia.

Una calle más ancha

3 Podría haber esperado la familia que estuviese disponible una plaza más grande, o una calle más ancha, pero no se trata de eso. «Solo que se dedique un lugar para él en Ciutat Vella ya es increíble. Y ya tocaba, porque aún ahora está nuestra madre para presenciarlo, y la mayoría de la gente que conocía a mi padre», diceCarolina.

Y toda esa gente se busca un lugar en este rincón del Raval, entre ellosJordi Hereu, en uno de sus últimos actos como alcalde. Y él, igual que todos, igual que los amigos del Arca de Noé, igual que la familia, dice lo mismo: que la placeta es pequeñita, que apenas cabe ahí el recuerdo que tienen deMiquel Pallés, pero que ese nombre, precisamente, hace muy grande esta plaza.