TERRITORIO LIMÍTROFE DE DOS MUNICIPIOS

El paso de la frontera

Montcada y Barcelona alcanzan un compromiso para dignificar el estrecho camino que las une junto al Rec Comtal La capital pagará la obra a cambio de la instalación de la perrera en el Vallès

El estrecho del Vallès 8 Tres miembros de la asociación Dones Actives de Vallbona junto al Rec Comtal.

El estrecho del Vallès 8 Tres miembros de la asociación Dones Actives de Vallbona junto al Rec Comtal.

HELENA LÓPEZ / Barcelona

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Vallbona es un barrio sin prácticamente tejido comercial -ni de ningún tipo- y con una red de servicios de lo más precario. «Lo único que tenemos de barceloneses son los impuestos que pagamos», lamenta Montse, miembro de la asociación Dones Actives de Vallbona, entidad de este aislado rincón de Nou Barris, unido a pie con el municipio de Montcada por un camino estrechísimo -en algunos puntos, de menos de un metro- que avanza agónico entre el histórico Rec Comtal y la vía del tren, rodeado de basura. Si durante el día la situación del paso deja que desear, durante la noche se convierte en el escenario perfecto para una verdadera película de terror.

En la mayoría de ocasiones, tan hostil paseo -el camino no tiene ningún tipo de iluminación, y a las vallas de la vía del tren le faltan varios metros- no se da por placer. En Vallbona no hay, por ejemplo, cosas tan básicas como una farmacia o un estanco. «Tenemos que cruzar con linternas, ya que no hay ni una triste farola», explica Montse. «Ya ha habido más de un atropello aquí, mira, faltan metros y metros de valla, y nadie hace nada», indica otra vecina que vuelve de Montcada a Vallbona, barra de pan en mano.

Reivindicación también de los comerciantes

Pese a que los que reclaman con más urgencia una solución son los vecinos de Vallbona -el barrio de Can Sant Joan de Montcada, con el que hace frontera en ese punto, tiene todos los servicios que necesitan-, es en la localidad del Vallès Occidental en la que más han presionado a la Administración para la dignificación del histórico y degradado espacio. Desde que iniciaron la campaña han pedido la dignificación del lugar tanto por su valor patrimonial como de espacio de ocio -los niños se bañan en el Rec-, como su necesidad como paso fronterizo. «Los comerciantes de Can Sant Joan también están muy puestos en la reivindicación, porque tienen muchos clientes de Vallbona, y se arreglan el camino saben que vendrán más», precisa José Luis Conejero, de la asociación de vecinos del barrio de las afueras de Montcada.

Tras dos años de reclamaciones, el Ayuntamiento de Montcada y el de Barcelona han llegado a un compromiso en el marco del Consorci del Besòs, para ejecutar la actuación en breve, a principios de año, según apunta Juan Parra, concejal de Urbanismo de Montcada, municipio que, muy presionado por su tejido asociativo, ha liderado la operación. El pago de los trabajos correrá a cargo del Ayuntamiento de Barcelona dentro de un acuerdo firmado con el consistorio del Vallès en el pacto por aceptar la perrera en terreno de Montcada -según explica Parra-, pacto que incluye también otras actuaciones en el municipio.

La satisfacción por el compromiso de administración -ya existe un anteproyecto para la actuación global- es evidente, pero los vecinos no bajan la guardia y mantienen activa la campaña reivindicativa. «No solo queremos que se dignifique el espacio, sino que se haga a partir de un proceso participativo real en el que tenga voz todos los vecinos, no solo los de las asociaciones», apunta Antonio Alcántara, miembro de la asociación de vecinos de Can Sant Joan y uno de los grandes defensores del aún descuidado espacio natural «donde ha aprendido a nadar medio Montcada». Pese a que ha estado durante más de 15 años totalmente abandonado, hasta que el año pasado, cuando, fruto de la movilización popular, el Ayuntamiento de Montcada adecentó su lado del camino, instalando bancos y limpiando un poco la zona (antes, prácticamente un vertedero), el espacio tiene, sobre todo en verano, un gran uso por parte del vecindario. Milagrosamente dada su difícil situación geográfica, el agua tiene un aspecto limpio. Incluso puede verse algún pez.

Incremento del uso

Tras la primera limpieza de cara su uso se intensificó, y esperan que lo haga todavía más cuando termine la actuación definitiva, que prevé convertir lo que ahora es un pasillo estrecho y peligroso -parece un milagro que no haya habido más accidentes ya que hay dos frentes abiertos, por un lado la vía (mal protegida) y por el otro el río- en un paseo agradable y una zona de recreo. «Cuando esté arreglado tocará luchar por que lo mantengan. El mantenimiento será la clave. De nada servirá que lo arreglen si después no invierten en su conservación», concluye Conejero.