LOS NUEVOS PRECIOS DE LA ATM

Pasmo ante el tarifazo

EL PERIÓDICO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Da reparo acercarse a las paradas de bus y metro para preguntar sobre las tarifas del transporte público del 2014. Son pocos, casi nadie, los que a primera hora del martes han tenido ocasión de leer que la T-10 sube un 5,1% y la T-50/30, un 8,4%. Al compartir el dato, la reacción es unánime: con mayor o menor indignación, con más o menos palabras irreproducibles, todos coinciden en que el encarecimiento es impresentable, y que es un modo nefasto de promocionar la movilidad urbana sostenible.

La parada de paseo de Gràcia con Aragó bulle con la noticia. «¿Han oído?», dice una viajera. «Van a subir una barbaridad el bus». Antonia, de 46 años y empleada del hogar, espera el 22 para llegar a Lesseps, y se toma unos segundos para procesar la información. «Nos dicen que tenemos que coger más el bus y el metro y para animarnos nos suben el precio a base de bien. ¿Es eso lo que me está contando usted?» Se lleva un cabreo monumental, hasta el punto de preguntar al conductor si es cierto eso que le cuentan. «Me temo que sí, señora. Compre un montón de tarjetas antes del 1 de enero y se ahorrará dinero».

Calcular el billete

El usuario del transporte público no es muy de hacer cálculos sobre qué billete es el que más se adapta a sus necesidades. Heredero de la vieja tarjeta de 10 viajes, aquella que en cada picada perdía un pedazo que se iba al suelo, se pasó a la T-10, o como mucho a la T-50/30, títulos hoy usados por cerca del 80% de los viajeros. El alambicado sistema tarifario, tan fragmentado, tan complicado, no acabó de cuajar, y aunque a la larga pudiera resultar más barato, eran pocos los que se aventuraban a soltar de golpe un billete de 100 euros para comprar un abono al que quizás no se le sacara partido. Coincide en este diagnóstico Ricard Riol, presidente de la asociación Promoción del Transporte Público (PTP), que defiende que este encarecimiento daña a los clientes más fieles. «La estructura actual de precios no invita a usar el metro o el bus, todo lo contrario», sostiene.

Aurora Garriga, farmacéutica, se dispone a coger el metro en Fontana. Primera noticia del aumento de las tarifas, detallado en el gráfico adjunto. No se explica que un servicio tan básico como el transporte haya podido subir tanto en los últimos años, y mantiene las cejas subidas un buen rato mientras digiera el dato de que la T-10 ha subido un 29,5% desde el 2010. Se pregunta si la ciudadanía puede hacer algo para evitarlo, si los políticos «son conscientes del esfuerzo que hacen cada día los trabajadores de esta ciudad». Mientras ojea la información publicada ayer por este diario, va moviendo la cabeza de lado a lado en un gesto de desaprobación. «La inflación era del 0,3% en noviembre pero la tarjeta que uso a diario sube un 5,1%. ¿Alguien puede explicármelo?»

«Doloroso y 'fotut'»

Xavier Trias lo intenta cuando le preguntan. Habla de incremento «doloroso y fotut», pero añade que es imprescindible reducir la deuda de TMB, que asciende a 500 millones de euros, argumento más que repetido cuando alguien le inquiere sobre la situación del transporte público. El alcalde le echa la culpa a Madrid por haber reducido su aportación a la Autoridad del Transporte Metropolitano -omite que el Govern de Mas también lo ha hecho- y anuncia que pedirá audiencia al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para reclamarle más compromiso. «No vale escaquearse», asegura.

En Via Laietana, Ricard Fuster explica que lleva tiempo pensando en pasarse a la bici. Se debate entre el Bicing o comprar una plegable económica. «Ahora creo que lo tengo un poco más claro. Si este es su modo de promocionar el bus y el metro, casi que me busque la vida». Gemma, que le acompaña en busca de la parada de Jaume I de la L-4, le pide que no exagere, que si dejáramos de hacer las cosas por la mala praxis de los políticos, al final nadie saldría de casa.