Fiabilidad de un transporte alternativo

Pasar en rojo seguro

Muchos ciclistas solo pretenden ganar unos pocos metros en los cruces para adelantarse a los giros peligrosos de los coches y motos

Temerarios 8 Gerard Fuster topa con tres ciclistas en dirección prohibida, ayer en Consell de Cent.

Temerarios 8 Gerard Fuster topa con tres ciclistas en dirección prohibida, ayer en Consell de Cent.

E. W.
BARCELONA

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El hombre, ya de cierta edad, va por el carril bici de Consell de Cent cuando llega al cruce con Balmes, uno de los peores para los ciclistas en el Eixample, con coches que siempre tienen mucha prisa para encaminar Balmes abajo, hacia la Gran Via o la plaza de Catalunya. El ciclista lleva en una mano una rosa blanca, en la otra una bolsita con alguna compra. Se le ve seguro sobre el vehículo del Bicing.«Lo uso cada día,»dirá unos minutos después, cuando terminará una pequeña carrera de obstáculos que finaliza en la parada de la bicicleta pública en Bailén-Diputació.

Gerard Fuster, que es como se llama, tiene 78 años y en Balmes se salta el semáforo. Un poquito, solo, como la gran mayoría de ciclistas. O sea, atraviesa la línea y un paso cebra sin peatones para detenerse poco antes de llegar a los carriles de circulación de Balmes. Ni loco se puede cruzar esta calle tan rápida en rojo.«Me adelanto por seguridad, porque si arranco con el semáforo en verde, al mismo tiempo que los coches, estos giran a la derecha sin tenerme en cuenta. Me ha pasado demasiadas veces ya». Ahora, con esta maniobra, gana unos metros y unos segundos de seguridad, aunque parece contradictorio con lo del semáforo en rojo.

Fuster, el segundo hermano de la familia de la que el cardiólogo Valentí es el quinto, es de los pocos ciclistas que respetan a los peatones. Lo demuestra poco después. Tras esquivar a la altura de la rambla de Catalunya una furgoneta aparcada que invade el carril bici, en el paseo de Gràcia le pasa lo que les ocurre a tantos ciclistas en Barcelona cada día y que el lunes le costó la vida a una mujer de 49 años. Un turismo, cuyo conductor debe haber visto a Fuster porque lo acaba de adelantar cinco metros antes, gira hacia la derecha, casi toca la rueda delantera de la bici y obliga a Fuster a poner el pie en el suelo. El ciclista levanta la mano, una protesta que el automovilista ni ve ni oye, y sigue su camino, pero cuando está por la mitad, el semáforo ya está en rojo. Los coches le esperan y en el paso cebra, Fuster espera pacientemente a que hayan cruzado todos los peatones.

Bicicleta de Coppi

«Llevo toda la vida yendo en bicicleta, así que voy bastante seguro. El Bicing, además, ha sido un gran invento, aunque prefiero ir por la carretera antes que por la ciudad. En 1957, Fausto Coppi me regaló su bicicleta de carreras; he hecho ya 150.000 kilómetros con ella», dice, tras aparcar la bici. Los cruces de Pau Claris y Bruc los ha salvado esta vez sin sustos, siempre adelantándose esos pocos metros en el chaflán para asegurarse un paso limpio. A la altura de Girona se topa con tres ciclistas que van por el estrecho carril en dirección contraria. Fuster es de los que piden a los demás que respeten las reglas. Menos esa pequeña trampa, por seguridad, en los semáforos.