La otra marca Barcelona
Toros, toreros y flamencas reinan entre los suvenires de la ciudad preferidos por los 27 millones de turistas anuales
La sectorial dedicada a la Internacionalización del Conflicto de la Assemblea Nacional Catalana, la que lanza mensajes en enormes sábanas a Obama y Renzi, debería plantearse seriamente un nuevo punto en un su hoja de ruta: las tiendas de suvenires de la capital catalana. Locales menudos, diseminados por la ciudad, pisados por 27 millones de turistas al año, donde toros, toreros, sevillanas y paellas campan a sus anchas bajo la marca Barcelona -físicamente bajo el nombre estampado de Barcelona. Pequeñas mecas de las camisetas rojas con toro, donde el astado pasea sin prejuicios junto al burro català, eso sí, como en los mejores sueños de un federalista. Paraísos eclécticos donde las flamencas -en todos los tamaños y materiales imaginables- bailan junto a hawaianas (vestidas de rojo y con topos) en la repisa de encima de dragones remotamente inspirados en el trencadís gaudiniano. Imanes de paella junto a esteladas, que «este año se están vendiendo bastante», según el responsable de una de las tiendas de recuerdos de los alrededores de la Sagrada Família, quien admite que los precios «algunas veces», varían en función de quien pregunta.
El dependiente, de origen indio, como la mayoría de los propietarios y trabajadores de este tipo de negocios en la ciudad - «prácticamente todos somos o indios o paquistanís», explica el joven- cuenta que los turistas que más compran «de todo» son los rusos. «Parece que creemos que solo es aquí, pero en todas partes hay crisis. Los turistas de todos los países miran mucho cuánto gastan, menos los rusos, con los rusos da gusto», asegura el hombre, quien imita lo que sucede:
- ¿Cuánto vale esto? [esto puede ser una figura de porcelana, una camiseta del Barça o un bolígrafo con la forma de la escultura de Colón].
- 10 euros.
- Pues ponme 10.
El arte del regateo
En principio cada producto está marcado con su precio, pero no siempre. El arte del regateo y la adaptación del precio a la cara del comprador está a la orden del día. Pero lo importante no es tanto cuánto gastan - «la mayoría solo compran un llavero o un imán porque es lo más barato, entre dos y tres euros, otros se gastan más de 100 euros sin despeinarse»- sino en qué. ¿Qué les gusta llevarse de recuerdo de Barcelona a los turistas? ¿Qué exponen en sus neveras japonesas, italianas o rusas bajo el nombre de Barcelona? El joven dependiente de otra de las muchas tiendas cercanas al templo de Gaudí -quien también prefiere no dar su nombre-, explica que los sombreros mexicanos «ya no gustan mucho». «Siempre se sigue vendiendo alguno, pero menos».
El hombre coincide con su compratiota en que lo que más se venden son llaveros e imanes. «Cosas baratas». Llaveros, de acuerdo. ¿Llaveros de qué? Llaveros de todo: gusta mucho el Barça, pero también se llevan cosas del Madrid. En esta tienda sale mucho la Sagrada Família, por la proximidad, obvio, pero también el toro -clásico que nunca falla- «y la estrella, este año también la estrella», dice el joven señalando una hilera de llaveros en forma de estelada al lado de otra en que se lee España en grandes letras amarillas y rojas.
En segundo lugar, tras los llaveros y los imanes, están las camisetas. Desde el año pasado una de las más buscadas es la de «Keep calm and party hard Barcelona», que, como pasa mucho en el increíble mundo del suvernir - «estuve en X y me acordé de ti»- tiene versiones de múltiples ciudades. Cosas de la globalización.
Las siguen de cerca otro clásico que nunca pasará de moda ya que se identifica en medio mundo con España, además de por su gran utilidad, sobre todo para los visitantes procedentes de países nórdicos: los abanicos. Como en el resto de productos, los hay para todos los gustos. Algunos llevables incluso por autóctonos, aunque los que más abundan son los remachados con blonda con los principales atractivos de la ciudad (años ha) estampados: el MNAC, la Sagrada Família y Colón. Muchos tienen todo el aspecto de llevar en esas estanterías más años que las fotografías de la plantilla del Real Madrid dirigida por Mourinho o las del Barça de Guardiola. Si cuela, cuela.
Pese a que predomina de forma aplastante el suvenir kitsch -el que guarda la quintaesencia de lo que es un suvenir, por otro lado-, hay visitantes que optan por llevarse otro tipo de recuerdos de la ciudad. Hace tres veranos saltó la polémica por la línea Enjoy Barcelona, chapas con escenas cotidianas de la Barcelona contemporánea: un carterista en acción o un policía levantando la porra..., que se vendía en las tiendas de espacios públicos de la ciudad. Tras el escándalo, el municipio prohibió su venta en espacios municipales. Siguen vendiéndose, a 2,35 euros la unidad, en la librería La Central.
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