BARCELONEANDO

Mercès por un tubo

La basílica de la patrona de la ciudad jubilará su viejo órgano durante la fiesta mayor y estrenará uno nuevo en el 2018

Natàlia Farré

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El 18 de julio de 1936 en Barcelona había por lo bajo 70 órganos de tubo, que no son pocos. Una semana después quedaban cinco. Con la quema de iglesias y conventos, el fuego no solo se llevó por delante todo el barroco catalán, de ahí la poca querencia del país por este arte, sino que también acabó en un pis pas con la tradición organística de la ciudad. Que existía, y era mucha. Se salvaron pocos, el de la Catedral, de 1537, entre ellos. Desaparecieron auténticas joyas: la más preciada, la que lucía en Santa Maria del Mar. Envidia de Europa. Y otra que no desmerecía era el órgano de la basílica de la Mercè. Ambos construidos por Jean Pierre Cavaillé y ambos apostados en un lateral de la nave central. La manera catalana de poner los órganos de tubo.

El nuevo órgano llevará la firma de Gerhard Grenzing, uno de los mejores, si no el mejor, constructores del mundo

Después de la contienda, la iglesia gótica se quedó con un órgano menor; la Mercè con un órgano a medias. Gaietà Estadella empezó a construir uno nuevo pero murió antes de acabarlo. Continuó Pau Xuclà, que también falleció sin finalizar la obra. Resultado: el actual órgano de la basílica que custodia la patrona de Barcelona tiene graves carencias y tocarlo requiere un gran esfuerzo físico.  Lo sabe bien Hector Paris, su organista: "Interpretar es coger una tendinitis. Se agarrotan los dedos". En ello estaba el lunes, ensayando para la fiesta mayor. "No se trata de lo que quiero tocar, sino de lo que se deja tocar".

Soldados melómanos

Así que si se deja, el día de la patrona le dará a 'Tocata y fuga en re menor' o a 'Komm, Heiliger Geistm Herre Gott'. Dos partituras de Bach, el compositor por excelencia de música para órgano. Todo lo contrario que Beethoven, el único de los grandes que no se dedicó al instrumento. El domingo a Paris le gustaría tocar algo importante aunque igual tiene que conformarse con música litúrgica. Le gustaría porque esta Mercè tiene algo de final de época y algo de inicio de una nueva realidad. Nada que ver con el 'procés', que nadie se confunda. El caso es que será la última Mercè del actual órgano. El 14 de octubre quedará en silencio.  Y el viernes por la tarde habrá jornada de despedida.

El futuro instrumento, permitirá recuperar la tradición musical perdida por la quema de iglesias durante la guerra civil

La idea es venderlo porque con pocos arreglos puede ser más que apto, si no, se almacenará en el campanario. En un cuarto con solera. La que da estar encima de Capitanía General y conservar restos ennegrecidos del incendio del 36. Lo de Capitanía tiene explicación: esta está ubicada en lo que fue convento, el precioso claustro columnado sigue en pie, de los mercedarios hasta que dejó de serlo por obra y gracia de Mendizábal. Pero ambos edificios, monasterio e iglesia, conservan aún conexiones. Tapiadas todas menos las que dan a las celosías del lateral de mar de la basílica. Y si no que se lo cuenten a Paris, que en más de una ocasión, ensayando, se ha asustado con la sombra de algún soldado de guardia. Soldado melómano, eso sí.

Campaña de apadrinamiento

El órgano viejo enmudecerá y otro nuevo sonará de aquí a un año, coincidiendo también con la Mercè. No será un instrumento cualquiera sino uno de los grandes: 3.000 tubos, tres teclados de 60 notas cada uno, pedalero y 42 registros o 43 si llega el dinero. "Eso sería la guinda del pastel", apostilla Paris.  Además llegará  firmado por Gerhard Grenzing, uno de los mejores, si no el mejor, organeros de Europa que es como decir del mundo.  Y es que la ambición no es poca:  recuperar la Mercè como polo musical de Barcelona y recuperar la tradición de los conciertos de órgano en la ciudad. Con el nuevo instrumento no será necesario ir a Poblet o a Perpinyà, los dos puntos más cercanos para los aficionados a los conciertos en condiciones.

Pero el reto económico no es menor. De momento la Fundació La Caixa ha puesto el montante principal, pero aún queda mucho por recoger. Así que la Mercè ha puesto en marcha el apadrinamiento de tubos. Hay 3.000 para escoger. Los que más pongan verán su nombre en ellos, los que menos, en el lateral. Y todos recibirán mercès por un tubo o lo que es lo mismo: Gracias por un tubo.