Pleno municipal con debate sobre el estado de la capital catalana

La oposición exige a Trias dar un «rumbo» a la «fracturada» BCN

Trias, ayer, anota la expresión 'fractura social' para preparar su réplica a Martí.

Trias, ayer, anota la expresión 'fractura social' para preparar su réplica a Martí.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Nada aportó al ciudadano el debate que ayer se produjo en el Ayuntamiento  de Barcelona sobre el estado de la ciudad. No arrojó más que reiteraciones y acusaciones previsibles, con un alcalde que tendió la mano como siempre y alardeó de buena gestión como nunca, y una oposición que le acusó de navegar a la deriva, sin rumbo y ninguneando pactos pretéritos. Con los datos sobre la desigualdad entre barrios recién horneados, Xavier Trias admitió que la fractura social es un hecho, pero culpó de ello a los 32 años de gobiernos socialistas. El PSC ahondó en el «inmovilismo» de CiU. Los ecosocialistas satanizaron «la santa alianza con el PP». Los conservadores le acusaron de plantear políticas «de mucho cartón y poca piedra». Y ERC censuró que el proceso soberanista no aparezca «ni una sola vez» en un informe de 80 páginas de las que «solo seis se centran en las perspectivas para el 2014». ¿Se aportaron soluciones concretas a problemas concretos como los que los lectores de este diario compartían ayer? No.

Vaya por delante que Trias es el primer alcalde que se presta a esta sesión de control municipal, lo cual hace honor a su talante conciliador no siempre bien resuelto. Fue quizá algo cándido al repetir los argumentos ya expuestos hace dos semanas en una conferencia en el Col·legi de Periodistes. Hasta tal punto fue predecible que los líderes de la oposición poco o nada se salieron del guion que traían bajo el brazo. Dijo que los indicadores de pobreza mejoran ligeramente, pero admitió que no es suficiente. Afirmó que subir las tarifas del transporte público es algo que no puede repetirse, y, como ya es habitual, culpó a una deuda de TMB que se encontró en la mesa cuando sucedió a Jordi Hereu. Tendió la mano, consciente de sus 14 concejales dan para un partido de fútbol siete pero no para gobernar con tranquilidad una ciudad de 1,6 millones de habitantes. Y reiteró su «absoluto apoyo» al derecho a decidir, del mismo modo que aplaudió que se autorice a sancionar a los bancos que retengan pisos vacíos.

Jordi Martí (PSC), en plena carrera por las primarias socialistas, tachó la intervención del alcalde de «plana, monótona y aburrida», y consideró «prácticamente imposible» conocer «su visión de la ciudad». «Ustedes no gobiernan, son administradores», le espetó a Trias. Alberto Fernández Díaz (PP) reclamó por enésima vez, sin suerte, las cuentas del Fòrum del 2004 y exigió al líder de CiU «el cambio que prometió a los barceloneses durante la campaña electoral». Ricard Gomà (ICV-EUiA), como de costumbre, el único capaz de sacar a Trias de quicio, aplaudió al alcalde por dar la cara. Era pura ironía, pues acto seguido le acusó de «pasarse el resto del año callado».

OLVIDO IMPERDONABLE / Jordi Portabella (UpB) detectó «con gran decepción» que solo seis de las 80 páginas del informe presentado por Trias hacían referencia al 2014. «Esto no es hablar del modelo de ciudad». Lo que más le dolió, sin embargo, fue que el alcalde de Barcelona no hubiera dedicado ni una sola palabra al «proceso nacional». «¿Se les ha pasado por alto que la consulta es este año?», ironizó el líder independentista, que antes de que el PP armara el brazo defendió que lo que separa a unos y otros «es el respeto por la democracia, no la independencia».

Donde sí hubo acuerdo casi unánime -el PP se apeó al no atenderse sus alegaciones- fue en la aprobación de la moción impulsada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Barcelona multará con hasta 100.000 euros a las entidades bancarias que no den uso a los pisos vacíos. «Si se puede», se escuchó desde la grada. Fue de lo poco concluyente tras más de cinco horas de pleno.