LA MEMORIA COLECTIVA EN LA RED

¡Olé tus webs, Barcelona!

Una decena de blogueros resucitan en internet toda esa ciudad que ya no existe

Dos chiringuitos de la Barceloneta, la visita más popular de la web Barcelofilia, cuya demolición ha sido aceptada como un error irreparable.

Dos chiringuitos de la Barceloneta, la visita más popular de la web Barcelofilia, cuya demolición ha sido aceptada como un error irreparable.

CARLES COLS / BARCELONA

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Igual que el 98% de las especies que han vivido en la Tierra se han extinguido, la biodiversidad arquitectónica y comercial extinta de Barcelona es también enciclopédica. Afortunadamente ahí está la altruista labor que estos últimos años llevan a cabo una decena de blogueros que, como coleccionistas de recuerdos, están reconstruyendo en sus respectivas webs la Barcelona que ya no existe.

Vestigios de Barcelona, La Barcelona oblidada, Bereshit, Història de Barcelona... Todas son recomendables. Cada una tiene su acento especial. Vestigios..., por ejemplo, es una feliz idea del bloguero Alex Brown, pues solo abre ficha en su web a especies extintas de la ciudad si, obligatoriamente, queda algún resto fósil, ya sea una placa, un cartel o un busto, tanto da, que aún sea posible visitar, como esos sellos postales de cerámica estampados en el número 131 de la calle de Balmes, en los que apenas nadie repara cuando pasa, pero que atestiguan que hasta los años 60 hubo ahí una popular tienda de filatelia.

La más célebre de todas esas webs, no obstante, puede que sea Barcelofilia, a cargo de Miquel Barcelonauta (evidentemente un seudónimo), que pronto alcanzará el millar de artículos publicados. Suma más de un millón de visitas, sobre todo de internautas locales, pero también los tiene de Estados Unidos, Alemania, Francia y Rusia. «Una de las características de Barcelofilia es su afán generalista», explica. Cabe todo. «Hay desde canódromos a discotecas, desde prostíbulos del barrio chino a conventos».

Realmente, Barcelofilia es deliciosa por eso, porque no es solo un retrato académico de aquel Puig i Cadafalch demolido o de aquella farmacia de Gaudí desaparecida, sino que lleva al visitante de excursión a recuerdos íntimos y nostálgicos. «El interior de la discoteca Don Chufo era famoso por su pista redonda y giratoria que propiciaba el voyeurismo…». El subapartado dedicado a las discotecas de la ciudad a más de uno emocionará. De esa entrada, la de Don Chufo, Miquel tiene una anécdota reveladora. «Los comentarios que dejan los lectores en esa entrada se han convertido en punto de encuentro de viejos asiduos del local que hacía años que no se veían».

El artículo más veces leído es, por ejemplo, el dedicado a los chiringuitos de la Barceloneta, un caso especialmente triste, pues años después de su demolición, el Ayuntamiento de Barcelona reconoció que aquella fue una decisión tal vez equivocada. Fue un error, sostiene Miquel, equiparable al «vergonzoso expolio de tiendas antiguas a manos de las franquicias de moda» que se está produciendo en Ciutat Vella desde el 2013. Destaca el caso de la librería Canuda, donde asegura haber pasado muchas horas en busca de documentos y libros sobre la ciudad que después le servían para ampliar la colección de su blog y a la que, al final, en un triste epílogo, ha tenido que dedicarle una pieza.

Este, el de las webs de la Barcelona desaparecida, es un fenómeno inesperado y, cuando se conoce, muy bienvenido. Y va a más. Miquel, por ejemplo, pide que se destaque la inestimable ayuda que recibe de dos colaboradores, Emilio Gómez y Francisco Arauz. Hecho está. No es un detalle menor, en realidad, que necesite colaboradores. Miquel percibe que la nostalgia se ha disparado en Barcelona precisamente ahora porque son tiempos de extinción. Siempre nos quedarán las webs.