SECTOR TURÍSTICO EN CRECIMIENTO EN LA CAPITAL CATALANA

Las entrañas del gigante

El 'Oasis of the Seas' inicia con euforia su primera ruta desde BCN colgando el 'lleno'

Escenarios únicos a bordo 8 Viajeros por la Royal Promenade, donde un coche decora el paseo; debajo, el Central Park en medio del buque, sobre el que se asoman camarotes.

Escenarios únicos a bordo 8 Viajeros por la Royal Promenade, donde un coche decora el paseo; debajo, el Central Park en medio del buque, sobre el que se asoman camarotes.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Francisco Santamaría, a sus 88 años, andaba ayer como pedro por su casa por el gran paseo comercial (Royal Promenade) que surca interiormente el puente 5 del inacabable Oasis of the Seas. ¿Miedo a perder al abuelo de la familia entre la vorágine? «Ninguno. Era la ilusión de su vida y mi padre se siente superseguro en un barco, sabiendo que siempre tiene dónde preguntar y que es un espacio controlado», explicaba su hija, Maria Teresa. No eran los únicos catalanes a bordo, que se contaban a cientos. El crucero más grande jamás construido zarpó anoche de Barcelona con todos sus camarotes en uso, algunos con tercer y cuarto ocupante, lo que suponía un 105% de ocupación, aunque sin llegar a la capacidad máxima de 6.300 pasajeros, cuando se utilizan todas sus plazas supletorias. Sin olvidar a 2.300 tripulantes de 70 nacionalidades, con creciente presencia de la lengua hispana en sus tres salidas por el Mediterráneo, donde en torno al 20% de viajeros serán españoles.

Los Santamaría, con más de una docena de cruceros a sus espaldas, casi siempre con la naviera Royal Caribbean -»nos gusta el servicio, la distribución de los espacios y los paseos de tiendas y bares»- iban en grupo y reservaron hace más de un año la experiencia de sumergirse cinco días en el barco récord. Atrás queda su primera experiencia, hace 30 años en el Caribe, cuando el asunto de las vacaciones en el mar era un exotismo.

La singularidad de buque, de 360 metros de eslora, plagado de atracciones -algunas únicas- y con muchos camarotes mixtos que no dan al mar ni son interiores sino que ejercen de miradores al frondoso Central Park de la cubierta 8 o al barrio Boardwalk (con tiovivo y anfiteatro abierto) de la 6, ha sido el detonante de la lluvia de reservas anticipadas. El barcelonés Óscar Martínez también siente pasión por los cruceros y no dudó en reservar para su familia y otras dos, que viajaban en grupo. «Nos gustan grandes, con muchas cosas por ver y hacer», explicaba, acompañado de Judith Serrano, que a sus 17 primaveras ya suma cuatro experiencias en alta mar. Como muchos cruceristas profesionales, los amigos portaban walkie-talkies para reagruparse de tanto en tanto en medio de los miles de viajeros.

El primer día a bordo siempre estresa: hay afán por descubrir todos los rincones y por entregarse a la gastronomía. Y en el descomunal buque la experiencia se maximiza. «¿Dónde cenamos hoy?», se preguntaban unos a otros. Había que planificar los ágapes. Son más de 20 bares y restaurantes, y al margen del superbufet y los grandes comedores centrales incluidos en el precio, se alinean especialidades (con suplemento) que van de carnes y marisco a menús de autor, italiano y tapas.

El Oasis, como avanzó ayer este diario, implicó un operativo especial de embarque y desembarque con dos terminales del Adossat unidas por una pasarela y funcionando simultáneamente. Carles Domingo, de Creuers de Barcelona, gestor de estas, aseguró que la jornada había transcurrido «sin ninguna incidencia destacable», desde la llegada de la nave a las 4.45 de la madrugada. Cientos de taxis y autocares engulleron la salida de viajeros llegados de Miami, mientras que el embarque de nuevo pasaje -con algunas colas de coches a la entrada del Adossat- fue bastante fluida y con premura, con unos 120 empleados en los mostradores, 80 porteadores de maletas, 60 empleados de seguridad, amén de mucha policía. El carácter emblemático del barco, por primera vez en ruta europea, lo convertía en punto caliente. Algunos agentes se apostaron a tal efecto, fusil en mano, en el puente de Europa.

Y antes de mediodía muchos ya se paseaban cóctel en mano por las entrañas del gigante, sembrado de pantallas orientativas. Para el presidente del puerto, Sixte Cambra, aquello era la coronación de Barcelona, única ciudad europea que ejercerá de puerto base de las tres salidas del Oasis este mes (donde sus 37.000 viajeros dejarán unos 4 millones de euros) y que este fin de semana vive su récord anual de cruceristas, con 58.000. La buena acogida de esta ciudad flotante lleva a la naviera a prever que su gemelo, el Allure of the Seas, reinará en el Mediterráneo el próximo verano, con 25 salidas semanales desde Barcelona, explicó Belén Wangüemert, directora general de Royal Caribbean en España y Francia.