Los equipamientos públicos urbanos

Un oasis en la ciudad más densa de España

El equipamiento del distrito de Collblanc-La Torrassa, listo para el estreno.

El equipamiento del distrito de Collblanc-La Torrassa, listo para el estreno.

CARLES COLS
L'HOSPITALET

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L'Hospitalet es la ciudad más densamente poblada de España. Las medallas de plata y bronce se las llevan en esa competición Barcelona y Badalona, respectivamente. Pero el primer puesto en la clasificación no se lo lleva L'Hospitalet por barrios como Bellvitge (sinónimo de gueto en los 70 y ahora resulta que su urbanismo de amplias avenidas es una bendición), sino por distritos como Collblanc-La Torrassa, donde en menos de un kilómetro cuadrado de superficie viven más de 51.000 habitantes.

Los vecinos están de enhorabuena. Este próximo fin de semana se inaugura allí un equipamiento municipal. En euros ha costado 2,65 millones y, en paciencia, mucho más, pues era un proyecto previsto en la ley de barrios de la Generalitat que, como tantas otras necesidades sociales, cayó de la lista de inversiones del Govern. En enero del 2012 se suspendieron las obras que habían comenzado solo unos meses antes. El Ayuntamiento de L'Hospitalet decidió entonces lo que parece que es común de un tiempo a esta parte, ser el prestamista de la Generalitat, y retomó los trabajos a cuenta del presupuesto municipal y de confiar en que algún día cobrará lo adeudado.

Al edificio le han puesto un nombre largo: Equipamiento Municipal de Ocio Antiguo Cine Romero. Queda muy claro, pues, que en ese solar estaba uno de los grandes cines de barrio de L'Hospitalet, el Romero, una sala con más de 1.000 butacas construida en 1931 y en la que se vio de todo, desde veladas de boxeo hasta mítines de Federica Montseny y del primer mártir anarquista de la CNT, Francisco Ascaso. Pero aquello fue en tiempos del blanco y negro.

El cine Romero cerró en 1981 tal y como entonces eran las salas de proyección de barrio, con un buen programa doble en el que no faltaba algo de destape. La última película exhibida fue La isla de los hombre peces, lo que son las cosas, en algunos círculos un producto de serie B  hoy considerado de culto.

Entonces, hace más de 30 años, en Collblanc y La Torrassa se empleaba una expresión que, recordada ahora, resulta graciosa. «Vamos a L'Hospitalet». Eso decían entonces los vecinos cuando iban al centro del municipio. En el fondo no era más que una señal de que el barrio tenía identidad propia y, según Carme Morro, coordinadora de la Comisión de Entidades de

Collblanc-La Torrassa, aún es así. La comisión la forman 30 asociaciones, que para un distrito de un kilómetro cuadrado no está nada mal. Conocen bien las necesidades vecinales, de modo que cuando se abordó a qué destinar el nuevo equipamiento pronto hubo acuerdo con el concejal del distrito, Jesús Husillos. «Esta era antes una zona envejecida, pero estos últimos años la media de edad ha bajado», retrata el responsable municipal. La natalidad repuntó antes de la crisis y la pirámide de población da síntomas por ello de una sana recuperación por la base. El árbol parece que ha echado raíces.

DENTRO DE UNA SEMANA / Una buena manera de explicar la importancia de este equipamiento es contar qué sucederá ahí a partir de la semana que viene. En su primera planta hay un par de salas muy interesantes. Una de ellas será un espacio familiar para niños de cero a tres años. Aunque tiene un cierto aire de guardería infantil, no lo es.

Es un punto de encuentro para familias que no quieren o no pueden llevar a sus hijos a una guardería infantil convencional, pero que no quieren renunciar a las ventajas de que los pequeños de la casa (como dicen los expertos en la materia) socialicen con otros niños de su edad.

Que se trata de un edificio a la carta se nota en los detalles. Las paredes de las salas infantiles de la primera planta son en realidad pizarras infantiles, desde el techo hasta el suelo. Ayer estaban inmaculadas. Lo interesante (fotogénico, incluso) será verlas dentro de unos días.

HERVIDERO DE ACTIVIDAD / El edificio dispone de aulas de informática, wifi, salas para juegos de mesa y un auditorio polivalente, tal vez no muy grande, pero suficiente. Todo esto no tardará en ser un hervidero de actividad. Se trata en la mayor parte de los casos de servicios que actualmente ya se prestan en instalaciones más precarias del barrio. Lo realmente novedoso será el destino de la planta baja.

Bautizada como La claqueta, en homenaje al método con el que antaño se sincronizaba el sonido y la imagen en los rodajes cinematográficos. Será una sala abierta a pie de calle los siete días de la semana para que sirva de punto de encuentro para los adolescentes del barrio. Los jóvenes suelen ser los grandes olvidados del urbanismo de las grandes ciudades. Siempre hay sitio para un parque infantil (delante del equipamiento hay uno recién estrenado), pero los arquitectos municipales pocas veces se acuerdan de los adolescentes. Eso, en Collblanc-La Torrassa es doblemente acuciante porque se trata de un distrito con muy pocas plazas públicas. La Claqueta será un lugar en el que, bajo la seguridad de que se trata de un techo  municipal, quedar para charlar, jugar al futbolín, tener una mesa y unas sillas y que la imaginación haga el resto...

En resumen. Aquello que se planificó en la ley de barrios será por fin realidad este fin de semana. Llega tarde, sí, pero podía haber sido mucho peor.