EN EL RAVAL

El patio trasero de la Boqueria renace con la nueva Escola Massana

Escola Massana

Escola Massana / Ricard Fadrique

Cristina Savall / Barcelona

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La vieja sede de la Escola Massana Centre Municipal d'Art i Disseny en el recinto gótico del antiguo Hospital de la Santa Creu cuenta con el excepcional claustro y los jardines de Rubió i Lluch, entre las calles del Carme y del Hospital. Ahora sus aulas están llenas de cajas que en estos días se están trasladando a la futura sede en la plaza de la Gardunya, ante la fachada posterior del mercado de la Boqueria.

La previsión es que el curso escolar comience el próximo 12 de septiembre en el nuevo edificio cubierto de gres construido por la arquitecta de Carme Pinós, que también se ha encargado de la reurbanización de toda la explanada, ahora peatonal, pero que durante años ha sido una zona dedicada a carga y descarga a la que poco le faltaba para convertirse en un vertedero.

Edificio luminoso

Tras soterrar el aparcamiento en la plaza para levantar el edificio, el principal reto al que se ha enfrentado Pinós es diseñar un entorno en el que los alumnos no tuvieran la sensación de estar encerrados, para seguir disfrutando de un espacio ajardinado, como el del claustro, aunque el nuevo se levanta sobre una plaza dura.

La solución la aportan las cristaleras transparentes, las sutiles perspectivas, las pasarelas escalonadas con formas de las pequeñas plantaciones de arroz típicas de Bali y las terrazas situadas en cada planta con vistas a los árboles de abajo y a los tejados de Ciutat Vella. El movimiento que dan los distintos volúmenes de la fachada de la Gardunya responde a la voluntad de "dar ligereza a un centro de enseñanza de 11.000 metros cuadrados", explica la arquitecta de este proyecto cuyo coste se acerca a los 15 millones de euros.

El edificio escultórico, que de lejos parece de madera, se distingue por juegos de volúmenes, por la entrada de luz natural y por los cambios de escala. "Es que la misma plaza tiene un desnivel de un metro y medio", informa Pinós, mientras muestra la nueva escuela a un grupo de profesores, encabezados por el director académico, Xavi Capmany

Control hasta el detalle

Como arquitecta controla todos los detalles, si cuelga un cable llama a un técnico que lo repare, enseña a los profesores la distancia exacta que debe haber entre un banco y una pared, e incluso ha diseñado mobiliario para una zona 'chill-out' en la primera planta y unas mesas inspiradas en las fichas negras y blancas del dominó que se encuentran cerca del vestíbulo, justo frente de un minimalista jardín con estatua que recuerda al del pabellón de Ludwig Mies van der Rohe. "Lo de poner estatuas es una petición de las escuela, que conserva obras de antiguos alumnos", detalla.

El inmueble tiene en su planta la forma de dos letras eles unidas y se expresa hacia la plaza con voluntad de dinamismo. "Busco que sea una escuela singular y con esta idea la cubrí con gres de grandes dimensiones que se resuelve en dos soluciones diferentes: celosía hacia la plaza Gardunya y fachadas ventiladas y persianas de aluminio hacia la calle Hospital y la plaza del Canonge Colom", describe la autora. En cambio, el edificio de viviendas que está construyendo cerca de la calle de Jerusalem está más integrado en el entorno y cuenta con persianas de madera.

Espacio abierto al barrio

La planta de acceso tiene una entrada independiente de la escuela para que la sala de conferencias pueda abrirse en horarios y días en los que no se celebran clases. Será un espacio abierto al barrio. Las aulas y talleres, como los de joyería, esmaltado, serigrafía y de laca japonesa, mantienen la intimidad para favorecer la concentración de los 1200 alumnos matriculados este curso.

A diferencia de la antigua sede, la nueva cumple con las normativas vigentes de accesibilidad y de sostenibilidad, lo cual es imprescindible en una escuela pública municipal. La Massana fue fundada en 1929 en la Casa Vilavecchia, entonces sede El Foment de les Arts i del Disseny (FAD), que ahora se encuentra en la plaza de las Glòries. En 1931, la escuela vivió su primer traslado para asentarse en la Casa de l'Ardicaca, donde permaneció cuatro años, ya que en 1935 se instaló en el Antic Hospital de la Santa Creu.

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