Operación policial

La narcofinca de En Roig: un barco fantasma en manos de traficantes

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Guillem Sànchez / Barcelona

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La semilla de la narcofinca de la calle de En Roig del Raval de Barcelona se plantó hace muchos años, cuando comenzaron a marcharse las familias autóctonas, recuerda Josep, vecino del bloque. Los nuevos inquilinos, que fueron llegando a finales de la década de los noventa, eran "filipinos y tailandeses". De origen humilde y empleados en puestos precarios, no pudieron cargar con las abultadas hipotecas que alegremente se concedían para hinchar la burbuja inmobiliaria. Muchos terminaron siendo desahuciados.

Tres domicilios, a causa de esta inercia del mercado inmobiliario, quedaron deshabitados. Y sus nuevos dueños, los bancos que habían concedido las hipotecas, vendieron dos de estos a un fondo de inversión, Budmac Investments. Tres casas vacías que detectaron los traficantes hace más de dos años. La degradación de la escalera que promovieron los nuevos ocupas acabó expulsando a casi todos los vecinos. El bloque entero se convirtió en un barco fantasma capitaneado por camellos y toxicómanos.

Hubo un inquilino, sin embargo, que sí ha resistido todo este tiempo, aunque de forma intermitente, los embates de la heroína. Es Shajibul, un joven de Bangladés. Tras pasarse 5 meses en su país de origen, regresó a Barcelona. "Me di cuenta de que si lo dejaba vacío los traficantes entrarían también en el mío", cuenta. Aclara que lo peor no era el olor de la escalera, en la que los heroinómanos orinaban e incluso defecaban. Lo peor "era vivir con miedo" porque los del 1º 1ª eran agresivos. 

La operación policial que este viernes ha permitido vaciar de traficantes el bloque. "Es un avance importantísimo", subraya Pablo, que hace seis meses le compró un piso en la cuarta planta a una "señora mayor" que no podía vivir en ese ambiente. Él tampoco vive allí. Pero "esto no ha acabado", avisa Josep, vecinos de la que junto a otros vecinos pasará la noche de guardia, para evitar que los traficantes tiren los ladrillos de la tapia y reabran, por enésima vez, un narcopiso en su casa. 

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