instalaciones cuestionadas

Muerte en la Virreina

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Su afición durante los últimos meses fue documentar las farmacias modernistas de Barcelona. Buscarlas, investigar su historia, visitarlas y fotografiarlas. Vicenç Viñeta, dibujante, trabajador de artes gráficas jubilado, era un amante de la ciudad, de sus rincones y su arquitectura -o, lo que es prácticamente lo mismo, de Gaudí-, y de la fotografía. La mañana del accidente, un sábado de julio del 2014, tenía prevista una visita al Palau Güell. Lo había visitado antes con su mujer, pero ese día iba a volver solo para tomar imágenes sin prisa. Su gran pasión. Llegó al centro pronto y aprovechó que estaba cerca para acercarse al Palau de la Virreina a ver una exposición del fotógrafo británico Martin Parr. Bajando las escaleras del palacio tropezó y se rompió el cráneo por dos partes. A los pocos días, falleció. Tenía 68 años y, hasta la fatal caída, un perfecto estado de salud. 

"La semana después del accidente iba a ir a la Casa Ametller. Estaba muy ilusionado", recuerda Ester, su hija, quien le ayudaba a buscar información en internet en su proyecto de las farmacias modernistas. "Era un enamorado del modernismo. Mi marido es de Panamá, y mi cuñada, que vive allí y es arquitecta, intercambiaba fotografías de edificios singulares con él", apunta Viñeta, quien lleva dos años luchando para que no le vuelva a ocurrir a nadie nada parecido a lo que le ocurrió a su padre.

El día del fatal accidente, el padre de Ester no llegó a sacar la cámara, recuerda su hija, a quien en el Hospital del Mar -para cuyos trabajadores solo tiene buenas palabras-, le entregaron las pertenencias de su padre. "La cámara estaba intacta porque la llevaba dentro de la bolsa, y no había ninguna foto en la memoria", prosigue convencida, desmontando la teoría que ha mantenido siempre el ICUB, de que su padre tropezó al estar haciendo fotografías. "Si hubiera estado haciendo fotos en ese momento estarían en la cámara y la cámara estaría rota. Llevaba la cámara encima porque iba al Palau Güell, pero a la Virreina fue a ver una exposición, no a tomar fotos", subraya.

NI UNA LLAMADA

La mujer lamenta que nunca recibió ninguna llamada del ICUB para interesarse por la situación de su padre ni de su familia. "En un primer momento no entendimos qué había pasado. Estábamos en 'shock'. Hasta que una amiga de mi madre nos comentó que con el estado en que se encuentran las escaleras de la Virreina, lo raro era que no hubiera pasado una desgracia antes", prosigue la mujer.

La familia mandó a un perito, que detectó una serie de defectos en las escalinata y presentaron una reclamación que no prosperó. El ICUB ha mantenido siempre que la escalera está bien y cumple con todas las normativas. La familia, en cambio, insiste -avalada por el informe pericial- en que el trágico accidente se podría haber evitado con medidas como una baranda central o una alfombra antideslizante. "Nos sentimos tristes y desprotegidos. Con la excusa de que es un edificio patrimonio histórico se pasan por alto medidas de seguridad esenciales en una escalera abierta al público por la que diariamente pasan muchas personas", afirma Viñeta. 

Fuentes del ICUB aseguran empatizar con el dolor de la familia, y lamentar profundamente los hechos, pero defienden que la escalera está en perfectas condiciones y cumple todas las normativas. Que fue un fatal accidente. 

Para asegurarse de que no vuelve a pasar nada similar en la ciudad, según fuentes del ICUB, el concejal Jaume Collboni ha encargado una auditoría de todos los equipamientos patrimoniales abiertos al público para comprobar que, "como la escalera de la Virreina", todos cumplen con toda la normativa.