DISTURBIOS EN GRÀCIA

Escaramuzas en Gràcia para tratar de ocupar el 'banco expropiado'

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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El viernes no ocurrió nada. El sábado, tampoco. Tras dos días de calma en Gràcia, al colectivo del denominado ‘banco expropiado’ le quedaba tan solo este domingo para tratar de recuperar su local. Esta reivindicación había desembocado en graves altercados en el barrio las noches del lunes, martes y miércoles. Este domingo, las movilizaciones han comenzado antes, al mediodía. Pero no han sido tan graves.

Los Mossos d’Esquadra han movido ficha antes que nadie. Los agentes de paisano esparcidos por el barrio han informado de que, efectivamente, entre el grupo que comenzaba a concentrarse en la plaza de la Revolució había menores de edad, algunos de dos o tres años. Los responsables del dispositivo han decidido anticiparse. Querían evitar una intervención contra una concentración entre la que podían estar mezclados alguno de estos menores.

En pocos minutos, seis furgonetas del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) de Barcelona se han desplegado frente al banco. Han montado cuatro cordones policiales que han cortado el paso a los manifestantes por la calle Mare de Deú dels Desemparats -que conecta Revolució con el mercado de la Abaceria-, por ambos lados de Travessera de Gràcia y por la calle Fraternitat. 

Los manifestantes pronto se han concentrado ante estos cuatro cordones policiales. Los dos grupos de Travessera de Gràcia han comenzado siendo los más pacíficos. En el del extremo del mercado algunas mujeres incluso cantaban canciones infantiles dejando a a los críos jugando a un metro de la línea policial. El ambiente, con el paso de los minutos se ha caldeado más. 

ANTIDISTURBIOS REBOZADOS

A las dos del mediodía, los okupas (o los que protestaban junto a ellos) han comenzado a remojar a los antidisturbios. Lo hacían desde lejos con pistolas de agua. Pero cada vez se acercaban más. Al final, algunos han vaciado el cargador a escasos centímetros de las viseras de los policías. Cuando ya estaban empapados, les han lanzado harina. Poco después, confeticerveza y huevos. Los antidisturbios han quedado rebozados. También los  periodistas gráficos que cubrían el enfrentamiento desde detrás de los policías han recibido su parte. Un fotógrafo ha sufrido el impacto en la frente de una lata de cerveza llena lanzada desde el bando de los manifestantes. El golpe le ha abierto una pequeña brecha.

La presión de los movilizados, que no han dejado de lanzar proclamas pero también insultos contra los Mossos -con alusión constante a los casos del fallecido Juan Andrés Benítez o de la mutilada Ester Quintana-, ha provocado diversas cargas policiales. Han sido puntuales. Aun así, los agentes han hecho uso de las porras y, según la cuenta de Twitter @Banc_Expropiat, una quincena de personas han resultado heridas. Los Mossos, por su parte, han registrado siete heridos en sus filas, todos de poca gravedad.  

El concejal de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona, Josep Garganté, ha denunciado haber recibido un golpe de la policía en unas de estas escaramuzas. Con el informe médico que le han facilitado los médicos en la mano, y tras hablar con su abogado, Garganté ha anunciado que denunciará formalmente los hechos. 

TREGUA PARA COMER

Sobre las tres de la tarde, los coordinadores de la protesta han declarado una tregua para comer. Para entonces, los agentes de la ARRO de Barcelona ya habían recibido el relevo de los antidisturbios de la Brigada Móvil (Brimo). El desembarco de esta unidad especializada ha sido más numeroso. El local del 'banco expropiado' ha quedado blindado. Para retomar las protestas han convocado una manifestación a las seis de la tarde. Varios centenares de personas han respondido a la llamada. Entre estos varios militantes de la CUP, como las diputadas Eulàlia Reguant o Anna Gabriel o los ediles del Ayuntamiento de Barcelona Maria José Lecha y Josep Garganté.

La manifestación ha avanzado sin incidentes por callejuelas del barrio hasta la plaza Rovira. Allí, una hora más tarde, ha finalizado la protesta. A viva voz, uno de los líderes del colectivo ha reiterado, entre aplausos, que todavía nadie se da por rendido en el empeño de recuperar el local. En la pancarta que encabezaba la marcha aparecía nuevamente dibujado el retrato de Manuel Bravo Solano, el propietario de este espacio tan deseado por el movimiento okupa.