Aniversario de una revolución pedagógica

El 'modelo BCN' de escuela, amenazado en su centenario

Las clases al aire libre eran comunes en los primeros años del centro.

Las clases al aire libre eran comunes en los primeros años del centro.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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La rayuela pintada en el patio del colegio es un primer indicio, revelador, de que la Escola de Bosc de Montjuïc es un lugar especial, más allá de su privilegiada ubicación, en medio de la montaña. El centro, que hoy se convierte en centenario, fue el primero abierto por el Ayuntamiento de Barcelona para dar respuesta a la falta de escuelas públicas en la ciudad y se convirtió rápidamente -había ganas- en un laboratorio de la renovación pedagógica. Pionera en aspectos que ahora parecen tan superados como la coeducación (fue la primera escuela mixta de la capital catalana). El inicio de una red de colegios municipales que, un siglo más tarde, conserva 13 centros de primaria que guardan la llama encendida por maestras como Rosa Sensat, su primera directora. La red se enfrenta al reto de mantener un modelo de referencia que prima el proceso de aprendizaje de cada niño, pese a los recortes que azotan al conjunto del sistema y la inminente aplicación de la LOMCE (ley orgánica de mejora de la calidad educativa), que ataca frontalmente a los proyectos educativos singulares que han caracterizado durante este siglo el modelo de escuela de Barcelona.

Hasta el 2009 estos colegios eran -aún más que ahora- una suerte de oasis. El municipio era titular y gestor de estos 13 centros -que llegan a 32 si se suman los de secundaria, formación profesional y educación especial-, con lo que las escuelas del ayuntamiento disfrutaban de ventajas frente al resto de escuelas públicas de la ciudad y del país, recursos extra que se perdieron con la cesión de la gestión al consorcio formado con la Generalitat. «La homologación fue a la baja», explica Eva Chacón, directora de la Escola de Bosc durante los últimos 13 años.

Pese a la pérdida de recursos inicial que supuso la transferencia de la gestión, los centros siguen siendo de titularidad municipal, algo más mimados que el resto por el ayuntamiento, al ser sus escuelas, y el modelo Barcelona que hoy celebra un siglo sigue vivo. Superaron 40 años de franquismo -en los que mantuvieron la esencia de las innovadoras técnicas educativas que aplicaban- y no piensan dejar que la homogeneizadora LOMCE acabe con un estilo que ha sido y es referente.

EL ORGULLO / «Nos enorgullecemos de ser una escuela pública, participativa, democrática y catalana y nos negamos a que [José Ignacio] Wert nos obligue a dejar de serlo», sentencia Chacón, crítica con la reforma educativa del ministro de Educación.

Para Jaume Aguilar, presidente de la Federació de Moviments de Renovació Pedagògica, la semilla que se plantó hoy hace un siglo con la apertura de la primera escuela municipal sigue viva con la fuerte calidad pedagógica de estos colegios, que siguen situando a las criaturas en el centro de la educación, manteniendo viva la idea de que la educación debe partir de la curiosidad del niño. «La herencia es larga. La importancia del contacto con la naturaleza y la experimentación sobre el medio son evidentes en la Escola de Bosc, pero hay mucho más. La idea de la cohesión social a partir de las aulas y la idea de las escuelas como espacios participativos entraron en Catalunya por aquí», prosigue Aguilar, que subraya que fue clave la introducción del «espíritu científico».

Una de las peculiaridades de la vieja escuela de Barcelona que se resiste a desaparecer es su asimetría. Las 13 escuelas son distintas -bebiendo todas aún de las bases de la renovación pedagógica-, cada una con un proyecto específico y muy flexible para adaptarse a cada niño. Las hay, por ejemplo, con horario intensivo, para que el alumno tenga las tardes libres.

SEÑA DE IDENTIDAD / El aumento de ratios y los recortes de Wert y la consellera de Ensenyament, Irene Rigau, y la intervencionista LOMCE son amenazas especialmente peligrosas para la supervivencia del modelo «singular» -como los describe el concejal de Educación, Gerard Ardanuy- de las escuelas municipales. Escuelas que podrían resultar anacrónicas -se crearon para los niños sin recursos cuando no existía una red de escuelas públicas- pero que, todo lo contrario, se han convertido en una seña de identidad de la ciudad.