Un recinto masificado

25 millones de euros para curar el parque Güell

El ayuntamiento desincentivará la visita turística al recinto sin entrada para combatir la masificación

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Carles Cols

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El parque Güell comenzó a cobrar entrada a los visitantes hace ahora cuatro años, el 25 de octubre del 2013, pero buena parte de los problemas que se pretendían resolver con aquella controvertida medida (¡pagar por entrar a una parque público!) siguen ahí, amenzantes, como la masificación (nueve millones de vistantes al año, que aún son muchos) y el malvivir de los vecinos de barrios limítrofes. Ese fue el plan del alcalde Xavier Trias. Ada Colau tiene el suyo, en esencia una revisión del anterior, porque la zona monumental seguirá siendo de pago. El Ayuntamiento de Barcelona prevé invertir 25 millones de euros de aquí al 2022 en el parque Güell y sus accesos con el propósito final rebajar el número de turistas que lo visitan y aumentar el de vecinos que lo emplean como zona verde de ocio.

Las actuaciones previstas son 178. Las hay muy económicas, como reorientar la actual web oficial del recinto, más propia de un parque temático que de un parque público, más enfocada al negocio que a explicar las singularidades de aquella obra de Antoni Gaudí. Las hay más costosas. Por ejemplo, reurbanizar los accesos a la zona, ampliar aceras y reforzar líneas de bus saturadas por su uso intensivo, como el 92 (según el ayuntamiento, en la otra línea muy afectada, el bus 24, ya no cabe más frecuencia de paso). Los 25 millones de euros anunciados son una cifra elevada, efectivamente, pero eso no es un obstáculo. El parque es poco menos que la fábrica de moneda y timbre de Barcelona. A ocho euros la entrada en taquilla, los ingresos anuales superan con creces los gastos.

Comercialización de Gaudí

Los concejales Janet Sanz, Eloi Badia y Mercedes Vidal, la esencia última del proyecto es desincentivar la visita al parque Güell de aquellos visitantes de la ciudad que se acercan al recinto sin entrada. De los nueve millones de usurios anuales, tres pasan por taquilla y el resto, seis millones, no. Estos último se conforman con conocer la zona menos icónica de esta obra de Gaudí. A lo sumo, disfrutan de una vistas medio alejadas de la plaza principal, la del banco ondulado, situada sobre la sala hipóstila. El objetivo sería que el parque Güell dejara de ser utilizado como reclamo para incentivar las visitas a Barcelona, porque genera unas expectativas que no pueden ser satisfechas. Las entradas disponibles suelen agotarse. No sucede lo mismo con las 50 entradas disponibles para vecinos acreditados a través del carnet ‘Gaudir Més’. Eso resume bien hasta qué punto la masificación del parque ahuyenta a los barceloneses.

De hecho, uno de los 178 proyectos en estudio (el conjunto de las medidas será debatido con los vecinos de la zona) consiste en agilizar los trámites del acceso a ese carnet que da acceso gratuito al parque sin contravenir la normativa europea. Uno de los obstáculos con los que chocó Trias como alcalde era (y sigue siendo) que las normas comunitarias prohíben expresamente otorgar privilegios a los residentes en una ciudad o país y negárselos al resto de ciudadanos de la UE. El modo de rodear ese obstáculo fue la creación del carnet, al que también tienen derecho los visitantes de la ciudad, pero el trámite es lo mínimamente engorroso como para que desistan de ello. No es fácil imaginar que con estas medidas los barceloneses reconquisten el parque, pero la propuesta estratégica presentada por Sanz, Badia y Vidal sopesa volver a programar allí actividades que antaño fueron comunes pero que desde la eclosión turística de la ciudad han caído en el olvido. ¿Por ejemplo? L’aplec de la sardana, dijo Sanz.

Aniversario

La meta la ha fijado el ayuntamiento en el año 2022. Dice que porque entonces se cumplirán 100 años de la fecha en que el parque pasó a ser de titularidad público. No está claro que esa fuera la fecha. Algunas fuentes sostienen que eso sucedió en 1926. Es decir, el centenario debería celebrarse en el 2026, curiosamente la misma fecha en que está prevista la finalización de las obras de la Sagrada Família, otra obra de Gaudí que también irradia a su alrededor similares problemas como los que genera el parque Güell, como un empobrecimiento del tejido comercial, que tiende al monocultivo turístico. En el caso del templo de la Dreta de l’Eixample, esa depauperación del comercio se limita al perímetro más inmediato, a apenas dos o tres manzanas de distancia de la Sagrada Família. En el caso del parque Güell, el impacto, por cuestiones orográficas, es mucho mayor, pues alcanza incluso alos bajos comerciales de la Travessera de Dalt.