Cuenta atrás para evitar la movilización durante el Mobile World Congress

El metro rompe con el bus y lleva la huelga a referendo

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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La empresa ha jugado bien sus cartas. Ha hablado poco, lo justo para informar sobre sus teóricas buenas intenciones y recordar que está al borde de la quiebra. Ha negociado con gallardía a pesar de las urgencias, usando el palo y la zanahoria de manera desigual, con un combativo bus al que pareció dar por perdido desde el minuto uno y un metro al que ha cortejado y mimado como a un hijo pequeño. Como resultado, la plantilla de TMB se ha roto, y mientras los trabajadores del subterráneo votarán hoy y mañana si aceptan una oferta de la compañía que se acerca mucho a sus reivindicaciones, los de la superficie como muere la unidad prometida y se quedan solos en la firme defensa de la huelga durante el Mobile World Congress.

Faltan tres días para que empiece el acontecimiento económico más importante del año. Y también faltan tres días para que cerca de dos millones de personas se dispongan a usar el transporte público como hacen cada lunes. Hoy se conocerán los servicios mínimos, con lo que cada cual tendrá algo a lo que atenerse. Pero la situación puede cambiar de manera radical mañana a las 12 del mediodía. Los empleados de metro pueden votar desde las 10 de hoy si aceptan o no la última oferta de TMB, que incluye el pago del IPC atrasado y la actualización de tablas salariales en dos años. Si vence elsí,esto es, dar por buena la propuesta del patrón, el comité de empresa llamará a Treball y a la dirección para bajarse de una huelga que autobuses no piensa evitar, por ahora.

«SECUESTRAR EL DERECHO» / La decisión debía tomarse mañana en una asamblea en las cocheras de Sants, pero la experiencia vivida ayer lo desaconseja. Dos reuniones informativas sirvieron para evidenciar que parte de la plantilla de bus no piensa permitir que el metro rompa el pacto de unidad sellado el 8 de febrero en ese mismo escenario que tantas luchas sindicales ha albergado. Ante el temor de que algunas personas pudieran «secuestrar el derecho que tienen los trabajadores de metro de tomar sus propias decisiones» -según reza un comunicado de los representantes sindicales del suburbano-, a media tarde se tomó la decisión de votar en urna en el local que el comité de empresa tiene junto a la parada de Santa Eulàlia, en L'Hospitalet.

Ayer, bajo la sede de Treball donde bus todavía negociaba, algunos conductores, muy enfadados, avanzaban su intención de boicotear el referendo. A pesar del riesgo de que se produzcan altercados, no se ha previsto solicitar la presencia de Mossos d'Esquadra. «Intentarán algo, pero si no somos capaces de celebrar esta votación en paz y de controlar a nuestros compañeros, mal vamos», decía un miembro de CCOO.

DIVISIÓN DE OPINIONES / Sería una frivolidad pronosticar un resultado de la votación. Más fácil resulta palpar una evidente división de opiniones. Como la que se respiró ayer en el Casinet d'Hostafrancs, en dos tensas cumbres de mañana y tarde no exentas de gritos y pequeños conatos de pelea. Con el micro pasando de mano en mano, tanto subieron los que apelaban al más vale pájaro en mano que ciento volando como los que decían que esa oferta de la directiva es «una mierda vestida de pastel».

Y así, con algo de miedo contenido, con invitaciones a coger la oferta «para evitar males mayores», con recordatorios «a lo mal que está todo», con menciones a «los directivos millonarios», se demostró que colocar a 7.300 trabajadores bajo un mismo paraguas es algo muy difícil de conseguir. Más aún, cuando la empresa ya ha decantado la balanza negociadora hacia el colectivo con menos movilizaciones en su historial.

Al cierre de esta edición, a escasos minutos antes de las doce de la noche, la mesa de negociación del bus seguía abierta. Miguel Ángel Arias (UGT), presidente del comité de empresa, explicaba que la oferta de TMB era la misma que el día anterior y que el mediador estaba llamando a los sindicatos uno por uno, táctica habitual para saber si el bloqueo a un posible pacto es cosa de todos o de unos pocos con mucha peso específico. «No te puedo decir nada porque no nos dan nada nuevo. No convocaremos asamblea antes del lunes si esta es su última propuesta», compartía Arias en un receso.

PROLONGAR EL CONVENIO / En el caso de metro, quedarse hasta tarde la noche del miércoles tuvo su efecto positivo porque se logró que la empresa rebajara de tres a dos años el plazo para pagar el IPC que debe. En el caso de autobuses, lo que estaba ayer encima de la mesa eran esos cuatro años de prolongación de convenio hasta el 2015 que los trabajadores ya rechazaron el día anterior. Es más, el sentir general de los representantes de bus es que lo único que tienen intención de firmar es el cumplimiento estricto del convenio colectivo, es decir, el pago inmediato de los atrasos y la actualización de la tabla salarial.

En el caso de que metro no vaya a la huelga, algunos empleados de bus adelantaban ayer su intención de boicotearlo igualmente. «No te lo diremos, pero tenemos gente por todas partes y sabemos bien cómo hacerlo», sostenía un veterano del sindicato Actub. Haya o no haya huelga, habrá movimiento.