SITUACIÓN DEL LITORAL

Medusas haylas, pero menos

Un socorrista de la Cruz Roja otea, el viernes, la playa de la Barceloneta, sector del litoral barcelonés en el que la semana pasada se atendieron a una decena de bañistas lesionados por medusas.

Un socorrista de la Cruz Roja otea, el viernes, la playa de la Barceloneta, sector del litoral barcelonés en el que la semana pasada se atendieron a una decena de bañistas lesionados por medusas.

RAMON COMORERA / BARCELONA

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Van y vienen, y aparecen como cada verano aquí, allí o acullá. Alguna, tal es el caso de la luminiscente y peligrosa 'pelagia noctiluca', la más frecuente de largo en la costa barcelonesa, está presente todo el año. Pero el impacto de las medusas medido en asistencias sanitarias baja y la alarma de las proliferaciones explosivas de algún año atrás, como el 2012, por ahora no se repite.

Hasta la primera semana de agosto la Cruz Roja realizó un 20'8% menos de asistencias a bañistas lesionados que en el 2014. El riesgo, sin embargo, existe como bien cuentan algunos escocidos bañistas de aguas inmediatas o nadadores con nota de metros adentro que lo han sufrido en propia epidermis en sus solitarias singladuras. Y también las causas ecológicas globales que apuntan a un posible crecimiento de estos seres muy primitivos que tienen en un único orificio la boca y el ano.

La realidad, en cambio, parece estar en tregua, y los científicos aprovechan el que tal vez sea un receso en una historia probablemente cíclica para intentar comprender el complejo fenómeno y ultimar mecanismos de predicción afinados. Lo hacen porque la prevención, el aviso, como una previsión meteorológica al uso, es el mejor camino para evitar los posibles efectos personales y sociales dañinos de los celentéreos.

Las fuentes de información, socorristas, gente del mar, observadores voluntarios, agentes de las administraciones y estudiosos, coinciden en la apreciación de que este año se ven menos medusas en la costa catalana y en la metropolitana. El Institut de Ciències del Mar (ICM), que desarrolla un programa europeo sobre medusas y concentra un potente grupo de investigadores con recogida de datos desde 1994, dará cifras y analizará causas solo a final de temporada, explica Laura López.

La disminución de asistencias sanitarias de la Cruz Roja por contacto con medusas fue, siempre con respecto al año anterior, del 41,7% en el 2014, y del 5,6% en el 2013. En el 2012 los lesionados sí aumentaron hasta un 26,8%, para bajar de nuevo en el 2011, con un 38% en Barcelona. A falta de los datos directos del ICM sobre los avistamientos, las cifras perfilan un ciclo a la baja: 30% de media en los últimos cinco años.

Tres especies

En relación a la presente temporada, el somero resumen que realiza hasta ahora el instituto es este. Apariciones esporádicas de 'pelagia', la de mayor poder urticante entre las más frecuentes en Catalunya. Avistamientos desde julio en distintos puntos de la costa, más frecuentes en Castelldefels y Gavà, de la 'rhizostoma pulmo' también de peligrosidad alta, pero sin grandes cantidades que hayan causado alertas. Por último, se empezó a ver la pasada semana en Barcelona y Sitges en colonias medianas y grandes la 'cotylorhiza tuberculata', de nombre común huevo frito por su parecido con este. Sin embargo, el reducido efecto urticante de esta especie le resta peligrosidad. Los expertos insisten en que la incidencia de las medusas es tan distinta como variadas son las características de las numerosas modalidades existentes.

Sobre el terreno del litoral metropolitano, la pasada semana se izaron hasta cinco banderas amarillas de alerta en las playas barcelonesas de Sant Sebastià, Barceloneta y Somorrostro (el martes por 'pelagia' y 'cotylorhiza' con 10 personas atendidas por la Cruz Roja) y las de Gavà y Viladecans (el jueves y viernes por 'rhizostoma'). La enseña amarilla volvió ayer a ondear por esta misma especie en las tres playas de Castelldefels: Baixador, Lluminetes y La Pineda.

Sobre la arena, las vivencias por este fenómeno son diversas. Las consecuencias de una posible picada inquietan a Sergi y Mireia que toman el sol en el Somorrostro al día siguiente del episodio de alerta. Dicen que no entran mucho en el mar y que desconocían que allí hubiera medusas. Reconocen que ahora "pondrán más atención" en su entorno en cada chapuzón. Jack y Robert, otra pareja en este caso de jóvenes escoceses, aseguran sobre su toalla tendida en Sant Sebastià que ven poco probable que en un espacio "tan espléndido y urbano" las medusas sean un peligro. Consideran una vacuna ante posibles riesgos del "muy amistoso Mediterráneo" su familiaridad con la "dureza física y climática" de la costa, las playas e incluso los lagos del norte de Europa.

Med Jellyrisk

El programa europeo Med Jellyrisk en el que participa el ICM junto con centros de biología marina de Italia, Malta y Túnez estudia científicamente el fenómeno de las medusas y su impacto socioeconómico. En este marco se ha creado el primer modelo de proliferación de 'pelagia' en las costas. En el futuro, la actuación se ampliará a otras especies. Verónica Fuentes, coordinadora del proyecto en el ICM, dice que las predicciones ya se difunden por varios canales, entre ellos la web del propio programa y, por primera vez este 2015, la de Protecció Civil en su visor del estado de las playas.

A partir de ese modelo, el análisis de las condiciones ambientales concretas de corrientes y dirección del viento sobre un primer aviso de medusas permite fijar la probabilidad de que haya en 24 o 48 horas una proliferación masiva o 'bloom'.

"En general, no se puede decir que existan hoy muchas más medusas. Hay que analizar datos de periodos largos para ver tendencias. A veces hay alarmismo", dice Elisabeta Broglio, otro miembro del ICM. Añade, no obstante, que factores como la sobrepesca que diezma depredadores como los atunes y tortugas, el calentamiento global o la proliferación de espigones las favorecen.

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