PLAN DE CHOQUE SOCIAL

Más que un club de lucha, una familia

El gimnasio de Baró de Viver es el espacio de relación y ocio para muchos vecinos del aislado barrio

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DAVID GARCÍA MATEU / BARCELONA

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"Primero somos personas y luego luchadores". No es una cita de Muhammad Ali, sino lo que contesta Iván Coll, de 11 años, cuando se le pregunta por su deporte favorito. El pequeño entrena en el Club de Lucha de Baró de Viver prácticamente cada día. “Para ser campeón olímpico”, explica con ilusión. El gimnasio es uno de los pocos espacios de relación del barrio. "Por aquí han pasado el 90% de los vecinos", detalla el maestro nacional de lucha libre olímpica y principal instructor del club Roberto Cano.

DEPORTE REY

La lucha en Baró de Viver es algo histórico. La institución funciona desde 1962 y es la única entidad que nunca se ha disuelto en el barrio de apenas 2.400 habitantes. Sobre el tapiz entrenan diariamente chicos de cinco años con apenas un metro y 30 centímetros de altura y adultos que rondan los 40 años y más de cien kilos de peso. Siempre juntos. “Vendría por el simple hecho de mirar qué hacen”, confiesa Isaac Barrios, un joven de 28 años que baja cada semana desde Girona para entrenar junto a Robert, como todos llaman a Cano.

"Vienes, te liberas y dejas de estar en la calle", cuenta Jonathan García, quien a sus 16 años ya sabe lo que se puede encontrar fuera. Su compañero Barrios explica: "Cuando era joven me metía en muchas peleas y me llegaron a encerrar en un centro de menores, hasta que a los 18 años descubrí las artes marciales mixtas (MMA) y dejé la vida callejera para estar en el gimnasio”, recuerda. “La lucha saca a los chavales de los malos entornos y a la vez aprenden un poco de disciplina, en lugar de delinquir, fumar o meterse droga en el parque”, añade mientras mira a los jóvenes que le rodean.

EL REFERENTE

Cano ha crecido desde los siete años con el chándal puesto y ya acumula 47 años en el mismo deporte. Su currículum infunde respeto: 16 veces campeón de España y más de 150 veces internacional. Pero lo que más le gusta explicar como entrenador “son los fracasos, esas son las verdaderas experiencias”. “Enseñamos a comportarse y mantener el respeto, se gane o se pierda”, porque ante todo son "una familia", asegura.

Él no ve ni un euro: "Es pura devoción". Y si ve a un chaval en la calle porque no puede pagar la cuota de 15 euros mensuales, pues se lo trae y le dice: "Tú entrena, que ya me preocuparé yo del pago”. Ello no quita que sea una de las almas más reivindicativas del centro: "He llevado el nombre de Baró de Viver por todo el mundo y ahora lucho por la reforma del centro". La instalación actual se hizo cuando en los 90 se construyeron las rondas. Desde entonces prácticamente todo está de origen. Ahora esperan como agua de mayo la promesa de tener lista la reforma para marzo gracias al plan de barrios municipal. El frío se hace notar y la humedad de la ribera del Besós ya cala bajo la chapa de un milímetro que hay como tejado.