Una película de pacotilla

Manuel Polls retrata la mística del mercado de Sant Antoni en 'Antonio, el Demiurgo'

Manuel Polls, repartiendo octavillas de su película el domingo en el mercado del libro de Sant Antoni.

Manuel Polls, repartiendo octavillas de su película el domingo en el mercado del libro de Sant Antoni. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Hay directores de cine comerciales. Hay directores de cine de autor. Hay directores de cine independiente. Y está Manuel Polls, al que no le gusta que le llamen director, pues toca todas las teclas en sus películas: "Controlo la cámara, hago el sonido, el montaje, los bocadillos, y lo que convenga", afirma. Motivo por el cual prefiere que se le considere cineasta, o mejor, 'cinehasta', por aquello de que hasta hace cine. No es difícil adivinar que las películas de Polls son muy personales. Cine de autor o independiente, vamos. Aunque, cuidado, el primer calificativo lo acepta, del segundo echa pestes. "Lo mío es cine dependiente, depende del día que hará, de si los actores aceptarán el proyecto, de si la guardia urbana parará el rodaje por falta de permisos...  ¡depende de todo!". Y lo suyo es, sobre todo, cine artesanal.

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Tan artesanal que la promoción no existe o es dependiente, cómo no, ya que depende de él. Así que el domingo pasado, Polls publicitaba su película en Sant Antoni, barrio protagonista del largometraje, entre los asistentes a la feria dominical del libro y los devotos de la bendición de los animales, pues ese día se celebraba también la onomástica del santo que da nombre al barrio. Imposible una fecha mejor para dar a conocer el filme.

MICROCOSMOS ALTERADO

"Esta tarde en la Filmoteca estreno 'Antonio, el Demiurgo', una película de pacotilla sobre la historia del mercado de Sant Antoni", explicaba a los transeúntes que recogían las octavillas que repartía. ¿De pacotilla? "Es una licencia que me permito", aclaraba ante la cara desconcertada de los que lo oían, y es que José Val del Omar, uno de los cineastas de referencia de Polls, y de muchos otros, afirmaba que lo extraordinario está en las entrañas de lo ordinario. Pero hay más, para el escritor Bruno Schultz, ampliamente citado en la película, los actos creativos de la vida son pequeñas demiurgias, o sea, demiurgias de pacotilla, pero no por ello menos importantes. "Hago un elogio de lo que pasa en el mercado, de los rituales que en él se dan: el pescadero que pone la merluza comiéndose la cola, el mozo de carga que aparca el carro de una manera determinada... multitud de pequeñas demiurgias de pacotilla", según el 'cinehasta'.

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Aclarado el por qué del concepto, lo suyo es hablar de 'Antonio, el Demiurgo', una mirada muy libre y atrevida de la transformación del barrio de Sant Antoni. Un cambio que empieza con el cierre por obras del mercado que da nombre a la zona. Ya que primero fue la plaza de abastos, la más antigua, además de la más grande, construida fuera de las murallas de Barcelona, y luego llegaron los habitantes que se concentraron en torno a ella. Así que no es extraño que la desaparición del viejo mercado, para ser transformado en algo nuevo, haya alterado el microcosmos del barrio. "La película tiene una dimensión antropológica, es el retrato de una serie de oficios y personas que se están extinguiendo", reflexiona Polls. Para muestra Miguel Ávila, cuyos ojos azules abren el filme. El suyo era uno de los oficios que ya no existirán cuando el aséptico mercado inaugure. Ávila y sus compañeros transportaban de madrugada los vetustos carros de los paradistas de los encantes desde los almacenes a los puestos de venta. "Es como robarnos espacios de vida", afirma una vecina nostálgica de los carros que no serán y los toldos que mutarán en persianas.

Todo con un tono muy místico. Pero es que Polls se dedica a la 'cinemística', algo que como la mística no se puede explicar sino que hay que experimentar. Antes de llegar a esta obra tan personal, el 'cinehasta' ha recorrido un camino largo que empezó como biólogo. Suyo es el único caso de unisexualidad masculina en vertebrados jamás observado. Lo vio en unas ranas sumergido hasta el cuello en un lago del bosque de Fontainebleau. Y continuó como autor de ensayos de neorrealismo italiano, guionista premiado, organizador de festivales -fundó L’Alternativa-... hasta llegar a la categoría de 'cinhasta'. Eso sí, un 'cinehasta' reconocido como uno de los autores más interesantes de su generación.