Malos aires en Barcelona

MEDIOAMBIENTE La falta de medidas más contundentes, tal como proponen los especialistas en calidad del aire, impide que Barcelona ponga freno a la contaminación. Los progresos son escasos.

La ciudad supera los niveles europeos de NO2, un peligroso contaminante vinculado a la combustión del los motores diésel

Un episodio típico de anticiclón y contaminación sobre el cielo de Barcelona.

Un episodio típico de anticiclón y contaminación sobre el cielo de Barcelona. / DANNY CAMINAL

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La menor actividad en las calles como resultado de la crisis y una bonanza meteorológica han permitido que los niveles de contaminación atmósférica hayan mejorado ligeramente en la ciudad de Barcelona en los últimos años, pero la calidad del aire sigue siendo mala en líneas generales y apenas se han tenido en cuenta las recomendaciones de los científicos: ni se han creado zonas de baja emisión, ni se ha puesto coto a los vehículos diésel más viejos, ni tampoco se ha logrado que los buques que atracan en el puerto se conectaran a la red eléctrica, entre otras cuestiones.

Es más, en el año 2011 se suavizó la limitación de velocidad -el famoso límite de 80km/h- que se había puesto en marcha para reducir la contaminación en los accesos a ala ciudad.

Cuando las condiciones son propicias, sobre todo con motivo de anticiclones prolongados, es habitual observar sobre Barcelona una densa niebla de contaminación. No es un problema menor.

«La Organización Mundial de la Salud (OMS) y numerosos estudios evidencian la relación directa entre una mala calidad del aire y un elevado número de enfermedades respiratorias, cardiovasculares, neurológicas, inmunológicas y el cáncer», recuerda un manifiesto impulsado por la Plataforma per la Qualitat de l'Aire, en la que participan entidades ecologistas, sociales, científicas y vecinales. Además, recuerda la plataforma, las medidas necesarias para mejorar la calidad del aire tendrían un efecto beneficioso sobre la movilidad en la ciudad y contribuirían a mitigar el cambio climático. Las asociaciones lamentan que las diversas administraciones con competencias -no solo el ayuntamiento- no vean «la gravedad del problema» y «no actúen como lo están haciendo» las ciudades europeas más avanzadas.

AYER MISMO...

En el Eixample y otras zonas con tráfico intenso se supera el nivel medio anual establecido por la UE para el dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante cuyo origen fundamental en la ciudad es la combustión de los motores diésel. Ayer mismo, la estación de Gal·la Placídia registraba por la mañana unas medias horarias superiores a los 100 microgramos por metro cúbico de aire, cuando lo aconsejable es no pasar de 40.

De hecho, una vez erradicadas las industrias que tiempo atrás había en el casco urbano, el tráfico es de largo la principal causa de contaminación. No todos los coches circulan al unísono, obviamente, pero en Barcelona hay más de 5.000 coches por kilómetro cuadrado. Bastaría con electrificar algunos vehículos de gran actividad, como los de reparto y los servicios públicos, para lograr un progreso enorme.

De forma puntual, también se superan los límites europeos para las pequeñas partículas en suspensión (PM10), un contaminante resultado de multitud de procesos, incluidos los motores de los coches, el tráfico (pastillas de freno y desgaste del asfalto), las chimeneas, los episodios de polvo sahariano y las obras en la calle, entre otras. En cambio, en los últimos años no se ha superado el umbral de alerta por ozono troposférico. Según un estudio del Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (Creal), reducir la cantidad de PM10 en el aire hasta los niveles recomendados por la OMS evitaría 3.500 muertes anuales prematuras en el área metropolitana.

LA OMS, MÁS ESTRICTA

Aludir a los niveles recomendados por la OMS no es una cuestión menor. Como recuerda Xavier Querol, especialista del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental (Idaea), los actuales niveles de la UE se establecieron en el 2005 y no se han modificado desde entonces pese a que nuevos estudios aconsejan endurecerlos. Si se tuvieran en cuenta los baremos de la OMS, las estaciones barcelonesas los superarían de forma sistemática.

«Las ciudades del sur de Europa aún no se han puesto las pilas cuando son las que necesitarían hacerlo con mayor urgencia», dice Querol. «El hecho de que la lluvia sea menos abundante en el sur hace que la atmósfera no se limpie y las partículas estén continuamente en suspensión», señala el investigador del CSIC y coordinador del proyecto europeo Airuse Life+.

La Plataforma per la Qualitat de l'Aire ha elaborado una serie de propuestas que pasan en primer lugar por potenciar el transporte público ampliando la red (muy importante es llegar a los polígonos industriales del área metropolitana) y mejorando la frecuencia de paso, la velocidad y el sistema tarifario. También propone reducir el espacio reservado en la calle para el vehículo privado, crear un plan integral de fomento de la bicicleta, mejorar tecnológicamente los vehículos públicos, incluyendo los dedicados a limpieza viaria y recogida de basuras. María García, coordinadora en Catalunya de Ecologistas en Acción, una de las asociaciones adheridas, recuerda la importancia de crear zonas de baja emisión, áreas de tráfico restringido al estilo de la que funciona en el centro de Berlín (88 kilómetros cuadrados y un millón de habitantes).

Asimismo, la plataforma pide un plan de electrificación progresiva del puerto de Barcelona y la conexión de los cruceros y otros barcos de mercancías a la red eléctrica local, un calendario para el fin progresivo de las incineradoras y de la quema de residuos en las cementeras, regular las instalaciones de combustión de biomasa para uso residencial y definir un «verdadero» plan de coche en episodios de contaminación elevada.

Ecologistas en Acción también recuerda el impacto del turismo y «pide un cambio buscando un modelo sostenible y social». En su opinión, se debería aplicar una «moratoria sobre la concesión de licencias de hoteles y apartamentos turísticos hasta disponer de una evaluación de sus impactos». Finalmente, entre otras muchas cuestiones, se propone ampliar la red de vigilancia de la contaminación atmosférica.