EIXAMPLE

Limpiabotas en extinción

Uno de los últimos abrillantadores sueña con que le dejen abrir un quiosco en Canaletes

En la terraza 8 Fernando Rodríguez limpia los zapatos a un cliente.

En la terraza 8 Fernando Rodríguez limpia los zapatos a un cliente.

MARTA ALCÁZAR / BARCELONA

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"Barcelona tenía 15.000 limpiabotas en el Mundial de 82", asegura Fernando Rodríguez, uno de los pocos que mantiene vivo el oficio. Cada mañana limpia calzado en la terraza de La Bodegueta Provença (Provença, 233) a clientes y transeúntes. "Quedamos seis y estamos por la zona alta", comenta frente a su puesto de trabajo compuesto por una silla, un reposazapatos y la caja llena de cepillos, trapos y betunes.

Su tarjeta de visita ofrece servicio a oficinas y particulares, aunque reconoce que aquí tiene poco negocio. Devolver el brillo a los zapatos con Fernando cuesta 5 euros y el proceso es siempre el mismo: protege los calcetines, elimina la suciedad y aplica dos capas de color sobre el calzado. El toque final lo da con un trapo para sacar brillo: "Esta tela es única. Me la regaló un comercial textil de Nueva York que era cliente mío cuando venía a Barcelona", cuenta con orgullo.

En La Bodegueta Provença lleva menos de un año. "Trae el diario del día para sus clientes. Muchos le llaman y lo esperan aquí. Están satisfechos", explica Ángel Bosque, camarero del establecimiento. Pedro Soley es uno de los parroquianos que pone sus zapatos en manos de Fernando. "Yo siempre he sido cliente de limpiabotas y ahora es difícil encontrar a uno que limpie como los de antes", comenta.

Ernest Lluch también fue cliente de Rodríguez: "No sabía que había sido ministro. Me enteré al ver su foto en el diario al día siguiente del atentado", recuerda. Y es que limpia calzado desde los 8 años. Empezó con los zapatos de sus compañeros de internado en Cáceres. Llegó a Barcelona con 21 años "y después de dos años en una fábrica cogí la caja". Ahora tiene 48. En estos años ha alternado el oficio de limpiabotas con el de zapatero. "Prefiero limpiar zapatos porque tengo contacto con la gente", reconoce.

El Eixample por las mañanas y Ciutat Vella por las tardes. Ésta es la ruta diaria de Rodríguez, cuando su nuevo proyecto le deja: "Con Barcelona Activa, estoy diseñando un quiosco de limpieza y reparación de calzado para instalarlo en Canaletes. Presentaremos los planos al Ayuntamiento y espero me den el permiso", cuenta esperanzado.

Oficio centenario

El oficio de limpiabotas era muy popular en Barcelona. Se dice que fue el mago y limpiabotas Fructuós Canonge quien implantó el oficio a mediados del siglo XIX. En el siglo XX, nacieron los gremios de limpiabotas, había de ambulantes y de salón. Hileras de clientes esperaban turno antes de entrar a la Monumental o al Liceu. Sin embargo, el oficio entró en declive y en la década de los 80 desapareció el último salón.