Los vecinos frustran la aparición de otro narcopiso en el Raval

Vanesa y Ángeles, dispuestas a declarar contra la ocupación, claves para expulsar al traficante

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Guillem Sànchez / Barcelona

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La guerra contra los traficantes de droga que anidan en pisos vacíos del Raval de Barcelona se libra todos los días. Este viernes, los vecinos han ganado una batalla por los pelos. Han impedido que se instalara un nuevo narcopiso y, al hacerlo, han devuelto a una pareja joven la posibilidad de seguir con los planes que tenían para montar en ese local un centro de 'coworking' en el que han invertido casi medio millón de euros. Han ganado por centímetros, casi en el tiempo de descuento.

El traficante ha reventado la puerta del número 27 de la calle de Sant Vicens a las nueve de la mañana. Poco después, han aparecido los primeros toxicómanos. Es una historia que se ha repetido decenas de veces durante el último año. Y en los instantes inmediatamente posteriores a la ocupación, se agota la posibilidad de poder expulsar al traficante sin necesidad de arrancar una investigación policial que durará meses o un proceso judicial de desalojo todavía más lento. Lo saben de sobras los vecinos, que viven en estado de alerta constante, pendientes de cualquier nueva ocupación.

A las tres de la tarde, VanesaÁngeles y la dueña del local estaban frente a la entrada de la casa. Aprovechando la salida de una adicta, Vanesa ha metido el pie en la puerta para evitar que el traficante la cerrara. Durante el forcejeo, la dueña le ha pedido al traficante que hablara con ella. "Tú ya no vives aquí", le ha respondido él desde el otro lado. Después, ha empujado con más fuerza y ha cerrado de golpe la puerta hiriendo la mano de Vanesa.

Una patrulla de los Mossos d’Esquadra ha llegado poco antes de las cuatro de la tarde. Los agentes, según denuncian los vecinos, han hablado con el inquilino que había reventado la puerta y han comunicado a continuación a los vecinos que "la ocupación ya había sido consumada". 

Media hora más tarde, ha llegado una segunda patrulla policial, de la Guardia Urbana de Barcelona. En este caso, los agentes, han preguntado si entre los vecinos había testigos de la ocupación dispuestos a declarar que acababa de producirse esa misma mañana. Ángeles y Vanesa han levantado la mano. 

Sustentados sobre estas dos testigos, los agentes municipales han subido de nuevo y han logrado que el traficante abriera la puerta. En el interior de este primer piso han comprobado que acababa de llegar. Las maletas que traía todavía no habían sido vaciadas y las herramientas utilizadas para destrozar a puerta estaban allí. Le han explicado que tenían pruebas de que aquel domicilio todavía no era su morada y que tenía que marcharse. Lo han convencido. A las 18.00 horas, el traficante ha abandonado el piso. 

La pareja, que estaba pendiente de los permisos municipales para poder comenzar las obras, ha recuperado su inversión. Un piso vacío menos del que preocuparse. La guerra contra los narcotraficantes continúa.