desfile blindado

Los Reyes Magos, una ilusión invencible

600.000 barceloneses se echan a la calle para seguir la cabalgata pese a la amenaza yihadista

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Dos cuarentones observan desde lejos la marabunta que se apiña en la primera fila para ver de cerca la cabalgata de los Reyes Magos. La cara de los pequeños se ilumina más que los farolillos cuando se acercan MelchorGaspar y Baltasar. Pero mucho menos que la de los dos hombres cuando se presentan los dos amigos que faltaban con cuatro cervezas. Cuatro padres viendo los toros al otro lado de la barrera, brindando con la sonrisa cómplice del que sabe que este escaqueo es una valiosa victoria que conviene saborear con discreción. 

-Los cuatro estáis de foto. ¿Puedo hacerla?

-Ni de coña.

-Vale, sin fotos. Solo una pregunta. ¿Os habéis planteado no venir por el riesgo de que hubiera un atentado terrorista?

-Mi hijo tiene 12 años, está obsesionado con los atentados porque los ha visto por la televisión. Pero no hay que tener miedo. Hay que venir a la cabalgata, hoy no hace frío, es fantástico… Si dejamos de hacer cosas por miedo mal andaremos.

Tras este último aforismo, trago largo de su autor y triple asentimiento silencioso del resto de la pandilla. No lejos de aquí, Annegien contempla la multitud desde una distancia todavía más prudencial. En Holanda no hay Reyes Magos. A sus 41 años, los verá pasar por primera vez. "¿Dejar de celebrar algo así por culpa de la amenaza terrorista? No, para nada. Si existiera información concreta de que han planeado un ataque, la policía no dejaría que se organizase. Si no lo ha impedido, debe hacerse”, concluye hilvanando un argumento parecido al de los cuatro amigos.

DISPOSITIVO POLICIAL INVISIBLE

Al menos 600.000 barceloneses piensan igual que los testimonios anteriores y se han lanzado a la calle para disfrutar de una cabalgata que se ha llevado a cabo con el plan de emergencia municipal activado, con los jefes de los cuerpos de seguridad y emergencias reunidos en la sala de control de Barcelona y con medidas en vigor extraordinarias como la de prohibir la circulación de camiones para proteger a la ciudad de atentados tan terribles como los que no se pudieron imaginar antes de los atropellos masivos de Niza o Berlín. Han sido semanas de trabajo y de reuniones de policíasbomberosSEM y Protecció Civil para minimizar los riesgos. Una labor tan discreta como la puesta en escena del dispositivo de seguridad tejido para blindar la ciudad. Apenas hay policías a la vista. 

Juanjo es vecino del Born y hace seis años que escoge el mismo punto para sobrevivir al tumulto: un claro de Pla de Palau. Su estrategia incluye una escalera plegable que asoma a sus hijos por encima de la línea de cabezas. "No he visto policías, hasta ahora ninguno", reconoce. En cuanto empieza el desfile, sí aparecen. Primero caballos de la Urbana, después cuatro furgonetas -dos de los Mossos y dos de la Urbana-. A pie y unos pasos por delante, un agente vestido con el uniforme antitrauma del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO). "Es un soldado", informa un niño desde lo alto de otra escalera a su madre, que se asegura de mantenerla estable.

En el perímetro de la ruta sí se perciben dotaciones de policías uniformados, distribuidos en grupos de tres y con arma larga en las manos. A medida que el ciudadano se aproxima al desfile real, solo se aprecian polos del amarillo chillón que identifica a los policías municipales de seguridad ciudadana. Según las previsiones, entre el hormiguero tendría que haber un gran número de agentes de paisano. También según estas, las unidades de élite -como el GEI, la Brigada Móbil o la Unidad Canina- no deberían andar lejos. En la práctica, si están, ni se las ve y, por lo que implicaría, nadie las espera. 

SIN SOBRESALTOS, SOLO TIRONES DE PELO

Minutos antes de que empiece la cabalgata, en la primera recta de salida, el incidente más grave ha sido este: dos madres se han enzarzado a empujones y tirones de pelo por un lugar en la primera fila. La pelea, porque según los testigos oculares debe hablarse de "pelea", ha despertado algún abucheo, silbidos y ha convocado la presencia de la Urbana y de técnicos sanitarios del SEM. El entuerto se ha desenredado enseguida dejando a los agentes una montaña de papeleo que ha durado más que la cabalgata. Literalmente, cuando ha terminado el desfile, la policía municipal seguía allí tomando declaraciones.

Ha sido una anécdota que no merecería aparecer ni a pie de la página. Si aparece es porque no deja de ser una buena noticia que toda la tensión que ha suscitado la celebración que más menores concentra en la calle anualmente -bajo un nivel de alerta antiterrorista de 4 sobre 5- ha sido la de una riña innecesaria para ver pasar de cerca a los Reyes Magos.