TENDENCIA URBANA

Los promotores de comida sobre ruedas topan con la normativa

La furgoneta de Mr Frank and the Butis, ayer, en la presentación de Van Van Mercat Gastronòmada.

La furgoneta de Mr Frank and the Butis, ayer, en la presentación de Van Van Mercat Gastronòmada.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El Ayuntamiento de Barcelona no contempla modificar las ordenanzas municipales que regulan la venta ambulante de alimentos en la calle, por lo que de momento no abre la puerta a que se asiente de manera estable en el espacio público las llamadas 'food trucks' (camionetas de comida), salvo en celebraciones especiales y efímeras, como las cercanas fiestas de la Mercè, que del día 19 al 24 de este mes, a excepción del lunes 22, concentrarán en el jardín del Parlament y en el paseo de los Til·lers del parque de la Ciutadella a 22 vehículos con cocineros de 10 países.

Esta iniciativa parte de Van Van Mercat Gastronòmada, que reivindica el uso colectivo del espacio público, como «una apropiación cívica de la calle que convierte plazas, chaflanes y parques en un gran comedor al aire libre con propuestas baratas, saludables, imaginativas y de distintas culturas», explica Xavier Boneta, uno de los promotores de Van Van, que sigue los pasos de otras ciudades (entre ellas, Nueva York, Londres, Copenhague, París y Berlín) donde triunfan estos vehículos con estética 'vintage', donde se cocina y se sirven platillos calientes pensados para comer sin cubiertos.

VENTA AMBULANTE

Fuera de las tradicionales churrerías, puestos de castañas y quioscos de helados, el ayuntamiento no piensa cambiar ni ampliar la ordenanza de las vías y de los espacios públicos de Barcelona, que regula la venta no sedentaria. «Solo se permite la venta ambulante con mostradores desmontables, casetas, vehículos o similares de carácter puntual, coincidiendo con la celebración de una feria o un acontecimiento especial», recuerda Jordi Bailach, director del área de comercio y consumo del consistorio.

El ayuntamiento considera las 'food trucks' como una modalidad de venta ambulante. «No vamos a modificar la normativa porque no consideramos que la comida sobre ruedas sea una necesidad para Barcelona. Aunque es una moda emergente, en nuestra ciudad no cabe. Ya tenemos suficiente oferta sedentaria de bocadillos y tapas para satisfacer las necesidades de la ciudadanía», señala Bailach. La proliferación de terrazas, para él, es otro factor a tener en cuenta. «Nuestra oferta gastronómica ya contempla comer al aire libre en terrazas que se ajustan a la ocupación de la vía pública con garantías de calidad y con las condiciones adecuadas para ejercer una actividad gastronómica», precisa. Y recuerda que la Generalitat cuenta con una estricta normativa sobre la manipulación de alimentos que «vela» por las condiciones higiénico-sanitarias, la calidad del agua, la cadena de frío y que se cuide la gestión de residuos, la limpieza y la desinfección.

Boneta defiende que Barcelona tiene unas condiciones idóneas para el desarrollo de este tipo de oferta, que para él no es comida basura, sino lo contrario«Apuesta por elaboraciones sencillas donde la inmediatez y el producto fresco son un valor. Además, responde al contexto de la crisis actual y se adapta a un estilo de vida que cada vez valora más la producción personalizada y el trato directo, sin intermediarios, con el cliente», argumenta Boneta.

La cocinera Montse Guillem recuerda que la comida sobre ruedas tiene su origen en las caravanas del Oeste. «Puede dinamizar espacios en desuso como la plaza de toros de la Monumental, por ejemplo», propone Guillem. Carles Abellán, propietario de Comerç 24 y Tapas 24, ya tiene su propio camión de comida ambulante. Se llama Yango, al igual que el nuevo espacio que abrirá en la Boqueria. «Barcelona, al igual que otras ciudades, terminará haciendo una normativa específica. Este movimiento es imparable. Mi objetivo es que Yango llegue a lugares estratégicos como el Camp Nou, la Sagrada Família o el Park Güell».