Los pecados del turismo en Barcelona

Las advertencias sobre los peligros del monocultivo turístico hace años que se formulan, tantos como que se desoyen

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CARLES COLS / BARCELONA

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La historia reciente de Barcelona como destino turístico internacional de primer orden recuerda a veces a Casandra, la sacerdotisa a la que Apolo maldijo para que nadie creyera sus profecías. Así cayó Troya, porque no creyeron los vaticinios de Casandra. El turismo es ya percibido por los barceloneses como el segundo mayor problema de la ciudad a pesar de que las advertencias hace años que están sobre la mesa. Las cifras confirman algunos de los peores presagios.

LA MASIFICACIÓN

El ejemplo más representativo de la masificación siempre es la Rambla. En el 2014 se llevó a cabo un análisis del tránsito de personas con cámaras estratégicamente colocadas. Salió de ello una cifra redonda. Por la Rambla pasaron aquel año 100 millones de peatones, unos 200.000 al día en jornadas laborables. Puede que ahora sean más. Según aquel trabajo de campo, solo un 21% del total eran barceloneses. Los vecinos de la ciudad evitan ciertas zonas tomadas por los turistas. Eso resulta obvio, por ejemplo, en la Boqueria. La guinda del problema de la masificación es un dato que se dio a conocer el pasado agosto. Un 58% de los turistas también creen que en Barcelona hay demasiados turistas.

La sobrexplotación del espacio público, no obstante, no es un mal que aqueje solo al centro de la ciudad. Algunos barrios de otros distritos se han ‘turistificado’ recientemente y han descubierto las incomodidades que conlleva el exceso de visitantes. En el Poblenou, por ejemplo, hay 20.000 camas de hotel para una población total de 70.000 personas.

LOS PISOS TURÍSTICOS

Los pisos turísticos no son solamente un motivo de preocupación para los vecinos de la finca donde hay, sea de forma legal o no, uno de estos lucrativos negocios. Esos vecinos, los que comparten escalera, son simplemente la primera línea de combate. Sufren molestias en función del perfil del residente de la semana. Si es juerguista, toca no dormir. Y si no lo es, las incomodidades pueden ser otras. El uso intensivo de los ascensores, sobrecargados a veces por los equipajes, comporta frecuentes averías. Algunas comunidades de vecinos han llegado a modificar sus estatutos para blindarse contra la instalación de pisos turísticos en la finca. Sin embargo, el problema de los pisos turísticos va más allá. Repercute en el conjunto de la ciudad. El precio de la vivienda de alquiler sube. Según qué fuente se consulta, la cifra varía, entre un 6,6% y un 23% en el 2015. En lo que sí coinciden las distintas fuentes es que una de las causas de ese incremento es la escasez de pisos de alquiler, motivada en parte porque una buena cantidad de las viviendas se han reconvertido en pisos turísticos.

LA DEGRADACIÓN COMERCIAL

El entorno inmediato de la Sagrada Família, con sus 3,2 millones de visitas cada año, resume a la perfección el impacto que sobre el tejido comercial de la ciudad tiene la presencia masiva de turistas. En un entorno que aún es vecinal, los bajos comerciales son casi exclusivamente locales de comida rápida y tiendas de recuerdos. Es un caso extremo, efectivamente, pero ilustra lo que de un modo más suave pero igualmente preocupante ya ocurre en otras zonas de la ciudad. En Gràcia, por ejemplo, han crecido exponencialmente las plazas de albergue. Hay ya más de 15.000, más del doble que las de hotel. Tras la estela de ese fenómeno, viene la transformación comercial. Gràcia es el barrio de las tiendas de alquiler de bicicletas por horas.

LA SATURACIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS

La limpieza de la vía pública y la vigilancia policial son servicios que pagan los ciudadanos con sus impuestos, pero que requieren una sobredotación en aquellos espacios con mayor tránsito de personas, es decir, los turísticos. También los transportes públicos se resienten del sobreuso. El caso paradigmático es la línea L-4 del suburbano, el ya llamado metro de la playa. Durante los meses de verano, esa línea, en especial las estaciones de Barceloneta y Vila Olímpica, tienen el doble de usuarios que en invierno.

LOS SALARIOS PAUPÉRRIMOS

En defensa de la apuesta de Barcelona por ser un destino turístico internacional se suele esgrimir que este negocio representa ya una porción importante del PIB de la ciudad. Las fuentes más entusiastas sitúan esa aportación en un 12%. Al otro lado de la balanza están los salarios. La principal preocupación de los barceloneses es el paro y la precariedad laboral, según la encuesta municipal. El turístico es un sector donde la precariedad laboral es endémica y donde los salarios no suelen ser altos. Pobres con empleo. Esa es la categoría social que ha repescado la crisis económica y sobre la que se edifica parte del éxito turístico de la ciudad. 

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