MOVILIZACIÓN EN UN EQUIPAMIENTO CON ALUMNOS DE 25 PAÍSES
Los padres salvan un colegio centenario en el Guinardó
La escuela Tresfonts, en el Guinardó, es una rara avis por muchos motivos. Llama la atención su ratio, de solo 17 alumnos por clase por una cuestión principalmente física. Las aulas del centro, ubicado en la rambla de Volart, son tan pequeñas, que es imposible acoger a más niños. Casi como si fuera una escuela de juguete. Además, las reducidas dimensiones del algo destartalado aunque encantador edificio que la acoge hace que los niños salgan al recreo en tres patios distintos -que en realidad son tres terrazas-, según su edad. Todas estas particularidades y alguna otra han hecho que el colegio haya visto muy cerca el cierre, que ha sorteado gracias a la lucha de los padres.
El Tresfonts tiene 102 años de historia y el récord de reunir en sus miniaulas 25 nacionalidades, siendo solo 120 alumnos, algo que no supone ningún problema para los padres, visiblemente satisfechos con el proyecto educativo y dispuestos a luchar por su continuidad, lucha que está siendo efectiva. La movilización del ampa ha logrado que el Consorcio de Educación, que iba a cerrar progresivamente el centro por la baja matrícula -solo cinco padres han apostado por él para inscribir a sus hijos en P3-, haya hecho una contraoferta, que ha convencido tanto a la ampa como a la dirección. Se trata de convertir el colegio en cíclico. Es decir, dividir a los niños en ciclos educativos en vez de en cursos, para salvar el bache de matrículas.
AMBIENTE FAMILIAR / «Hay familias que solo ven un edificio pequeño y viejo con muchos niños inmigrantes. Pero para conocer este colegio hay que estar dentro. Es un lujo poder ir a una escuela con tan pocos alumnos, donde todos se conocen y donde se respira este ambiente tan familiar», explica Rafael Monje, padre de Naiara, alumna del centro. Los padres entienden que al consorcio no le interesa un centro tan pequeño, pero no están dispuestos a que se pierda una escuela centenaria y ejemplar.
Elisa Eixarch, directora del Tresfonts desde hace una década y profesora del mismo desde hace 24 años, reivindica que llevan 20 años trabajando la inmigración, siendo pioneros en la ciudad. «Recuerdo que el curso 2001-2002 empezamos un grupo de primero con solo siete alumnos, y en el segundo trimestre eran 16. Nueve niños nuevos, cada uno de una nacionalidad. Pero con mucho trabajo y dedicación, salimos adelante», dice la directora.
Una vez frenado el cierre, el centro sigue teniendo un importante asunto pendiente. El contrato de alquiler del edificio que actualmente utilizan como comedor, sala de actos y aula de informática finaliza en agosto, y la propiedad no quiere renovarlo, por lo que están negociando con el distrito y el consorcio la cesión de un espacio donde poder realizar estas actividades.
La ampa y la dirección optan por el vecino Mas Guinardó, a pocos metros de la escuela, recién reformado y unido con la misma por un camino peatonal. La propuesta del consorcio, en cambio, es instalar el comedor dentro del centro, solución que los padres no ven apropiada, ya que supondría hipotecar una de las aulas, y haría inviable que la escuela creciera en número de alumnos de nuevo en un futuro.
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