La rumba sigue teniendo poder
Peret y Los Manolos volcaron sus éxitos en una plaza de Catalunya abarrotada
No hay Mercè sin acento rumbero, y el de este año ha sido grueso: doble sesión de gran formato, el viernes en una plaza de Catalunya abarrotada (18ª Mostra d’Associacions) con el tótem Peret y sus avezados herederos Los Manolos. Rumba catalana y ventilador a 'gogó' en una noche que, en su recta final, enmarcó la cita de ambos artistas en una canción, 'El gitano Antón'.
Rogeli Herrero, de Los Manolos, advirtió de que el grupo es "hijo de Peret, de Gato Pérez y del Pesca" (es decir, Pescadilla), y su actuación matizó las ortodoxias rumberas de la calle de la Cera. Sí, ventilaron a conciencia y a dos guitarras en canciones como 'Sona la rumba', pero también evocaron al forastero Gato ("en el cielo esté, aunque él está en el infierno, seguro") con el honroso recitado de barrios de 'La rumba de Barcelona', y se decantaron por ritmos latinos en la pieza cubana 'Sarandonga' y 'Hace tanta calor'.
La plaza, ya muy poblada, secundó a placer la perversión beatle de 'All my loving' ("naino-naino-na") y recordó las efervescencias olímpicas con 'Amigos para siempre'. El concierto fue una declaración de vitalidad para el grupo, que prepara un disco con canciones nuevas, el primero en 10 años, para el 2014.
CALOR FAMILIAR
Peret salió bien arropado, no solo por su numerosa banda, sino por las docenas de primos, nietos y sobrinos que se apelotonaron en el foso de fotógrafos y le jalearon desde el minuto uno. Dominando el terreno, cada mirada a sus músicos era una orden, y exhibió autoridad cantando 'El gitano fino' y 'Es preferible' ("reír que llorar") antes de tomar asiento y abordar una canción en lengua romaní, 'Xaví' (significa "niña"), joya del más genuino 'gipsy power' de los 70.
Negó ser "el rey de ninguna rumba" ("solo de mi madre cuando me decía 'reiet meu'") mientras sacaba de la chistera clásicos como 'Una lágrima' y, en el tramo más emotivo de la noche, 'El jilguero' y 'Nostalgia'. Generoso, permitió el lucimiento de la poderosa Lady Gipsy, Soraya Cortés (nieta de su prima y corista Selu Pubill), un talento del que hay que tomar nota (atención a su disco de homenaje a Dolores Vargas, La Terremoto). Camino de las dos horas de recital ("nos estamos pasando un poco, y yo cobro por minutos", bromeó), jugó las últimas cartas con 'Saboreando', la eurovisiva 'Canta y sé feliz', 'Borriquito''L’emigrant' y 'Los ejes de mi carreta', de Yupanqui. "Jo seguiria així fins demà", aventuró. Será en otra Mercè, maestro.
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