MANIFIESTO DE UNA nueva plataforma de personas dependientes

Los drogadictos advierten del riesgo de recortar en narcosalas

El colectivo se organiza para defender su imagen y mediar con los vecinos

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los usuarios de las salas de venopunción -las famosas narcosalas, término que el colectivo intenta con todas sus fuerzas desterrar- no entienden por qué todo el mundo habla de ellos, pero nadie con ellos. Por ello se han organizado en una plataforma para defender sus derechos «como ciudadanos», pedir que el famoso recorte que planea sobre todos los recursos públicos no haga peligrar los programas de reducción de daños y ofrecerse como mediadores sociales con los vecinos. «Muchas veces el principal problema es el desconocimiento. Si dialogamos con los vecinos, quizá vean que no somos tan malos», apuntaba ayer un consumidor de droga en la rueda de prensa que ofreció el colectivo para presentar un manifiesto en defensa de los recursos de reducción de daños.

Según Toni Llor, portavoz de la Plataforma Drogológica, el miedo a que los recortes se ceben en los recursos de reducción de daños se basa en que «las salas de venopunción están a pie de calle». «Es lo que se ve, y si los vecinos protestan mucho, es fácil que a los políticos les resulte tentador sacrificarlas», apunta. De momento, el plan para extender estos equipamientos por toda la ciudad -y no concentrarlos así solo en Ciutat Vella- sigue en pie. Es más, Ester Henar, directora de la Sala Baluard, apuntó ayer que las nuevas salas ya están a punto, «solo falta que se de el visto bueno para abrirlas».

Los drogadictos -quienes aseguran que estos equipamientos limitan el riesgo del abandono de jeringas en la calle- se sienten maltratados por los medios de comunicación y reivindican que los periodistas «busquen asesoramiento en el colectivo y dejen de utilizar terminología estigmatizante e imprecisa».

El manifiesto presentado ayer insiste en que la reducción de daños no fomenta el consumo, sino que mejora la salud del consumidor, informando de los diferentes programas terapéuticos existentes. «Prueba de su éxito que nosotros ahora estemos aquí», explica Satxa Rosselló, consumidor de heroína. «Son las características urbanas y el mercado de la droga lo que atrae a los consumidores de droga a las ciudades y los barrios y no las prestaciones de reducción de daños», prosigue Rosselló, quien resalta que los vecinos hacen mucho ruido ahora, pero que él lleva 30 años comprando droga en los mismos sitios del Raval.