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Los amos de los lunes

Sören y Madmax, ante algunas de las máquinas de millón que hay en la sede de Nasty Garage SL.

Sören y Madmax, ante algunas de las máquinas de millón que hay en la sede de Nasty Garage SL.

RAMÓN
Vendrell

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Los lunes tienen mala fama y es normal que así sea: por su culpa es una estrella Bob Geldof. Pero no todo el mundo detesta los lunes pese a que brindaron a Geldof el hit que le permitió dar el salto a santón del pop caritativo y vivir del cuento desde entonces y a que con ellos se reinicia cada semana la maldición bíblica del trabajo. De hecho hay quien los espera. La fiesta Nasty Mondays pone de bote en bote la sala Apolo todos los días de marras. Una señal de que la velada va como un tiro: la empresa que la organiza tiene contratado a un abogado para que localice y corte las alas a imitadores y el hombre no para. Por todos lados salen fiestas Dirty Mondays, Fucking Mondays e incluso, el colmo de la cara dura, Nasty Mondays. Otra señal de éxito: el antiguo taller mecánico del Poblenou donde tiene la sede Nasty Garage SL alberga fabulosas colecciones de los caprichos de los tres socios. Pinballs o en castizo máquinas de millón, skates o de nuevo en castizo monopatines (con presencia destacada de artefactos de la pionera firma vasca Sancheski), lámparas Fase, scooters de las marcas Vespa y Lambretta.

Sören y Madmax empezaron con los Nasty Mondays en el 2005 en Fonfone, en la calle de Escudellers. Los lunes, por supuesto, el único día que les dejaron. En un equipo de baloncesto les habrían permitido jugar los minutos de la basura. Eran sesiones en las que pinchaban rock (escorado hacia el punk Madmax y hacia el metal Sören), pero sucedió algo extraño: no iban solo tíos veteranos a beber cerveza y a hacer air guitar y el hombre hacha, léase mover el tronco (y la melena) de arriba abajo y viceversa. ¡Iban chicas a bailar! Muchas de ellas escandinavas para más información. Es que en aquella época tenían tirón grupos nórdicos como Hellacopters y Turbonegro. «Y las suecas son muy rockeras», dicen los disyoqueis. También ayudó a que los Nasty Mondays se desmarcaran desde sus inicios de la ruda virilidad de los garitos de rock la coincidencia con la eclosión de nuevos grupos de guitarras como Strokes, White Stripes y Franz Ferdinand, y el entorno skater del que procedían Madmax y Sören. Sin olvidar el desbocado sentido del espectáculo de ambos. En resumen: «Aquello era una locura y allí follaba todo el mundo».

Después de Fonfone vinieron Sidecar, Fellini y, desde hace siete años, Apolo. Unas mil personas de aforo. No solo hay juveniles colas los lunes sino que Nasty Garage SL también programa veladas en la sala con otros pinchadiscos los martes (Crappy Tuesdays, orientada al pop independiente y la electrónica) y los jueves (Cupcake, en el local principal, de pop de la década de 1980, y Stash!, en La 2, de rock and roll).

Salud y novias

«Nosotros reservamos la energía para los Nasty Mondays», dicen Madmax y Sören. O sea, en Barcelona solo actúan en esas sesiones y cada vez son más selectivos con las ofertas que les llegan del resto de España y del extranjero. Impensable  que ahora aceptaran pinchar el último lunes de cada mes en Nueva York como hicieron durante un año y medio, en concreto en Le Poisson Rouge. «Ya hemos perdido suficientes novias y salud», dicen.

Ximo Agustina es el tercer socio de Nasty Garage SL, el profesional que convirtió a Madmax y Sören en el puntal de un pequeño imperio con cinco empleados en la oficina, cuatro en los equipos de noche y uno en comunicación, amén de una escudería de pinchadiscos.

El local de Nasty Garage SL inaugura hoy una muestra de Jim Phillips, totémico ilustrador estadounidense de carteles de rock y skates. El nuevo gustazo de Sören y Madmax.