Los académicos analizan las luces y las sombras del 'boom' turístico

Pionero 3Bus hacia el Tibidabo.

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CARLES COLS / BARCELONA

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El Archivo Histórico del Ayuntamiento de Barcelona ha dedicado dos días completos de esta semana (miércoles y jueves) a analizar como nunca se había hecho antes (lo cual ya es noticia y hasta sorprende) la desconcertante historia de amor y odio entre esta ciudad y la industria turística. Lo ha hecho a través de las conferencias de 12 académicos de distintas disciplinas, que de forma coral han construido un extraordinario relato. Es este. Barcelona se propuso en 1908 convertirse en un destino turístico internacional. Durante casi 100 años puso mucho empeño y dinero en ello, pero fracasó. Al final lo ha logrado. Ahora descubre, como el niño que rompe la ventana con la pelota, con consternación, que el turismo despunta entre los motivos de preocupación ciudadana. Esta es una gran historia.

Cuando hace dos años el Archivo Histórico se propuso organizar 'Destinació BCN, història del turisme a la ciutat'no previó que el debate posterior de cada conferencia abriría una caja de pandora, como poco o mucho así ha sido. Ha sido una inesperada casualidad que la celebración de las jornadas se haya producido después de que Barcelona haya ingresado en el extraño club de las ciudades en las que los vecinos protestan en la calle contra las contrapartidas del turismo. Pasa en Venecia y aquí. Solo.

TAREA COLOSAL

Eduard Riu-Barrera, arqueólogo del servicio de patrimonio arquitectónico de la Generalitat, fue el encargado de situar cuán colosal era la tarea de hacer de Barcelona una ciudad turística, visto lo que opinaban sobre ella los viajeros que la visitaban en el siglo XIX. Decepcionó a George Sand, a Hans Cristian Ardensen, a Prosper Mérimée y, en la que tal vez debería ser considerada la más hiriente de las críticas, a Stendhal, que si en Florencia se abrumó ante la acumulación de tanta belleza, hasta el punto de darle nombre al síndrome médico, de Barcelona dijo simplemente: «Es una ciudad sucia». «Los viajeros del siglo XIX buscaban en la península el oriente de occidente, la españolada, vamos, pero en Barcelona solo encontraban chimeneas», expuso Riu-Barrera.

En 1908, el Ayuntamiento de Barcelona créó la Sociedad de Atracción de Forasteros. El nombre lo dice todo. Convocó un concurso para crear un cartel promocional de la ciudad. Se declaró desierto porque los artistas plasmaron la ciudad tal y como era, recordó la historiadora del arte y conferenciante Teresa M. Vela. Algo más había que hacer.

En ese sentido resultó visualmente fascinante para el público la intervención de Agustín Cócola, historiador que actualmente da clases en la Universidad de Cardiff y que en su día se doctoró con un análisis de la operación urbanística que entre 1927 y 1960 le dio al actual barrio gótico de la ciudad su aspecto actual, que en verdad no había tenido antes. El juego de fotos de antes y después de la gotificación del centro histórico con el que Cócola expone su tesis jamás deja indiferente.

IDEAS Y EJECUCIÓN

Saida Palou, historiadora y coorganizadora del debate, expuso las muchas ideas que tuvo el gobierno de la República y la nula capacidad que exhibió a la hora de ejecutarlas, y después las escasas ideas que tuvo el franquismo y su solvencia a la hora de llevarlas a cabo. De aquellos años del franquismo se repescó en las jornadas una expresión que había caído en el olvido, el 'torismo', así, con o, que resume el 'leit motiv' de los poquísimos viajeros que recalaban en la ciudad en los años de la dictadura: viaje en autocar desde la Costa Brava, corrida en la Monumental y regreso al hotel.

Sería inexacto, no obstante, no reconocer algunos logros en ese empeño turístico antes de la gran explosión. David Caralt, un arquitecto catalán afincado en la Universidad San Sebastián de Chile, retrató el éxito internacional de la Exposición Internacional de 1929, que permitió que durante los primeros años 30 fuera común la llegada de cruceristas a Barcelona y que en aquellos años circulara un antecesor, también descapotado, del actual Bus Turístic.

DE REPENTE

Entonces, de repente, en mitad de esa sucesión de análisis procedentes del mundo universitario, sucedió algo que merece focos. Una de las conferencias anunciadas le correspondía a un cargo municipal, Xavier Suñol, que bajo el título 'Polítiques públiques del turisme al segle XXI', parecía simplemente la cuota ineludible del ayuntamiento en las jornadas. Suñol, sin embargo, realizó un retrato honestísimo sobre lo que sucede en Barcelona, tanto que casi fue el que abrió las ventanas de la crítica en las jornadas.

Primero presentó las cifras, conocidas, pero que siempre viene bien recordar. En 1990, los hoteles de Barcelona sumaban cuatro millones de pernoctaciones anuales. En el 2014 esa cifra se ha multiplicado por cuatro, hasta alcanzar los 16 millones. En el tránsito de esos años han irrumpido en escena los pisos turísticos, tal vez 10.000, los cruceristas, dos millones anuales, los albergues... Suñol dio por buena la cifra que algunos expertos apuntan, que Barcelona recibe entre 26 y 28 millones de visitantes al año. Toca a 17,5 turistas por barcelonés, pero no distribuidos de forma uniforme, sino con brutales sobrecargas para los vecinos de algunos barrios.

El responsable municipal celebró que haya en Barcelona haya una media de 60.000 empleos directamente vinculados al turismo. Eso está bien. Lamentó que muchos de ellos sean precarios. Eso está mal. Pero tal vez el clímax inesperado de su intervención fue el exhaustivo repaso de todas las voces críticas que desde el 2004, cuando la Fundación Tàpies organizó 'Tour-Ismos'ha habido en la ciudad. Destacó el número 107 de la revista de la FAVB, 'Carrer'. La demoledora conferencia de la filósofa Marina Garcés en el CCCB. Reconoció el impacto del documental 'Bye, bye, Barcelona'. Recordó que el irónico fotógrafo británico Martin Parr tiene una de sus mejores instantáneas sobre los absurdos del turismo realizada en el parque Güell. «El turismo será uno de los ejes de debate de la próxima campaña electoral», aceptó Suñol. Y entonces casi hizo suya la pregunta que la revista 'Metrópolis' lanzó en el 2008 sobre turismo, un colofón perfecto del título de las jornadas. «¿Era esto lo que queríamos?». Aplausos.