EL AUGE DE LOS RESTAURANTES DE CARNES

Llega el sushi para carnívoros

Los que hacen ascos al pescado crudo pueden descubrir ahora la reinvención de los rollos de arroz, con carne. Beefshop homenajea a la ternera tanto en crudo como a la brasa.

Interior del restaurante Beefshop, poco antes de la hora de comer, ayer.

Interior del restaurante Beefshop, poco antes de la hora de comer, ayer.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Barcelona vivió hace unos años una eclosión -casi saturación- de restaurantes japoneses y de los simplemente asiáticos que aprovechaban el tirón del sushi y el sashimi en la ciudad. Y como el yin y el yan, la última ola de aperturas, hace ya un par de años, tiende al contrapunto de la carne, en versión hamburguesas -como ya informó este diario-, argentinos y otras modalidades. La última novedad, abierta solo hace dos días, se llama Beefshop y se rinde al rito carnívoro, sea en crudo o cocido, con el mérito de incorporar el novedoso sushi de ternera.

Los cerebros pensantes -y ejecutores- del nuevo negocio, son los mismos que los de su hermano Fishop, que junto al Bulevard Rosa llenan a diario lo que a primera vista parece una pescadería en pleno paseo de Gràcia. Uno enseguida descubre que es casi una orilla marinera para comer tanto sashimi de primera como gambas de Palamòs.

Para que los amigos del filete también tuvieran su rincón, la parte trasera del acogedor espacio se ha destinado ahora al Beefshop (con entrada desde el Bulevard, de día, y desde la calle, de noche). El resultado es un restaurante cálido, con alma, y una práctica carta (35 euros tíquet medio completo) que empieza por las ensaladas de temporada, jamón ibérico y embutidos de Vic, y salta a la galería de carnes en variadas versiones.

Por procedencias, la elección está entre Girona (vaca hembra), Galicia (vaca vieja) y wagyu de Chile, sin más importaciones por cuestión de eludir denominaciones con presencia de clembuterol, argumentan los socios Eduard Solè y Marc Gascons.

Por preparación, amplio espectro. Desde el mencionado sushi (versión nigiri de solomillo de ternera, aceite, sal, pimienta y wasabi, o de filete en tataki con cebolla caramelizada y yema de huevo y otros; o uramaki de entrecot de roastbeef con jabugo, aguacates y canónigos...), hasta los tartars -crudos- en varias combinaciones, y las imprescindibles brasas de carbón de solomillos, costillar o entrecotes. El toque nostrat es constante, empezando por la coca de vidre con tomate.