EL 'BOOM' DE LAS DOS RUEDAS

Ley de regla y cartabón

El motorista solo podría cumplir al 100% la ordenanza si llevara encima una cinta métrica

C. M. D.
BARCELONA

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El gráfico que acompaña esta información es un resumen visual de lo que la ordenanza de circulación dice acerca del aparcamiento de motos. Fue aprobada en 1998 y modificada en el 2007, cuando, a la vista de que los motoristas crecían sin demasiado control, se entró al detalle sobre el estacionamiento de las dos ruedas en superficie. Son pocos los ciudadanos que lleven encima una cinta métrica. Debería ser obligatorio para este colectivo, puesto que la normativa se rige por las distancias respecto a la calzada y la anchura de la acera.

Sucede lo mismo con los apartados que regulan la bicicleta. El ciclista no puede pasar a menos de un metro de las fachadas, ni circular por laderas que no dejen tres metros a los viandantes. En el caso de las motocicletas, no pueden aparcar más allá de medio metro de la calzada, deberán hacerlo en paralelo a la calle cuando el espacio sea de entre tres y seis metros, y en semibatería cuando supere los seis metros. Si hay parada de bus, hay que dejar un espacio mínimo de dos metros. El día que la Guardia Urbana se ponga a dar cumplimiento a la ordenanza tal y como está redactada, media ciudad se encontrará un recado en el manillar.

La normativa de la bici está en vías de ser modificada para echar a las bicis de todas las aceras del Eixample. CiU está pendiente de que algún grupo municipal le dé apoyo para poder aprobar la propuesta. Y si no lo logra, como mínimo podrá decir que no cumple la promesa electoral porque la oposición solo busca bloquear el avance de la ciudad. En el caso de la moto, no hay a la vista revisión alguna del texto, aunque la reforma de grandes avenidas incorpora ya en sí misma el mismo objetivo que se busca con el colectivo a pedales.

¿Colectivo maltratado?

Pere Taulé, propietario de una de las tiendas de motos con más solera de Barcelona, es de la opinión de que el ayuntamiento «se ha dedicado los últimos años a mimar a la bicicleta y a olvidarse de los motoristas». Señala el portal de su comercio y explica que a diario contempla cómo los ciclistas pasan a un palmo de la fachada. Lluís Puerto, responsable técnico de la Fundación RACC, no comparte la idea del maltrato, y explica que si la bicicleta ha sido el centro de atención, es porque «no estaba lo suficientemente promocionada».

Sí vería Puerto una mano negra si se implantara la zona azul para motos, un proyecto del que se habla desde hace años pero que ninguna Administración se ha atrevido a impulsar, tanto por la dificultad técnica a la hora de comprobar el pago, como, sobre todo, por lo mal recibido que sería por un colectivo cada vez más numeroso.