De las vacas a la salud 2.0

No parecen tiempos para grandes celebraciones en lo que respecta al sector de la sanidad, duramente golpeado por unos tijeretazos que están movilizando tanto a profesionales como a ciudadanos. Pero entre tanta vorágine, en el Eixample, en el mismo distrito en el que miles de firmas piden que no se cierre el centro de urgencias del Hospital Clínic de la calle de València, que no ha podido ni festejar su 20º aniversario, otro equipamiento saca pecho para conmemorar en pleno esplendor sus nada menos que 125 años de vida: el Hospital de Nens de Barcelona, una fundación pionera en asistencia, docencia e investigación en el campo de la salud infantil que ha sido testigo y parte de los vertiginosos avances de la medicina.

Su historia nace el 15 de mayo de 1886, cuando sor Mercedes Viza, hermana de la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, y el doctor Francisco Vidal Solares abrían el Hospital de Niños Pobres de Barcelona, un pequeño dispensario con clara vocación asistencial situado en la calle de Consell de Cent. Cuatro años más tarde, ponían en marcha la primera Gota de Leche de la ciudad, nombre dado a las instituciones que facilitaban leche artificial (tratada y esterilizada) para paliar la desnutrición y la mortalidad infantil en las familias que no se permitían tener una nodriza y cuyas madres no podían dar de mamar.

El hospital también destacó en sus orígenes por poner en marcha una gran campaña de vacunación contra la viruela a partir del experimento que demostraba que esta enfermedad en las vacas inmunizaba al hombre. Un programa que consistía en la inoculación directa de la vaca al niño, lo que dio origen al nombre de vacuna.

Obra social

Mucho ha llovido desde aquella época, pero la esencia de la institución, cuenta su director general desde los últimos 12 años, el doctor Javier Massaguer, es la misma:«Este centro ha tenido una historia muy coherente, hemos apostado por la investigación y la mejor asistencia sin olvidar nunca las finalidades fundacionales». Una afirmación que sustenta en el hecho de que durante los años 80, cuando con la universalización de la sanidad en España las clases más desfavorecidas fueron atendidas en los centros públicos y el hospital pasó a ser la Fundació Hospital de Nens de Barcelona y a atender exclusivamente a clientes de mutuas y aseguradoras médicas, conservó su ideario, o sea, la labor social. Que se traduce, según consta en sus estatutos, en que destina sus beneficios a centros de salud en Guatemala y Honduras y a orfanatos españoles.

Con los años el hospital ha ido creciendo, ha ganado instalaciones en la misma manzana (la que comprende las calles de Consell de Cent, Roger de Flor, Aragó y el paseo de Sant Joan), cubre un gran número de especialidades, dispone de uno de los mejores servicios en ortodoncia y odontología de Europa, participa en trabajos de investigación y desarrolla tareas de formación y docencia en colaboración con universidades y el mundo académico, según destaca Massaguer. Quien se vanagloria, además de atender a unas 100.000 urgencias anuales («más que cualquier otro hospital de la ciudad»), de tener en su cartera la telemedicina en las guarderías, un recurso tecnológico que permite realizar diagnósticos sencillos a través de un aparato instalado en el colegio y que presenta como una de sus novedades más destacadas.

«Vivimos un momento dulce», reconoce el director de un hospital, que como otros privados, está viendo un aumento de la demanda a medida que cae la de los servicios de urgencia de los hospitales públicos. Lo que le da más fuerza, dice Massaguer, para reclamar al Ayuntamiento de Barcelona«que nos destaque, que nos incluya dentro de la marca Barcelona y nos dé la notoriedad que merecemos». Algo que, dice, pedirá al futuro alcalde Xavier Trias en cuanto visite el centro con motivo del aniversario.