Las normas municipales están escritas con testosterona

El voto no puede ser delegado en los ayuntamientos, al contrario que en el Parlament y las Cortes españolas

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La realidad estadística es que la mitad de los catalanes (46,93%) están gobernados por alcaldesas, una cifra que, es cierto, viene decantada por el peso del área metropolitana de Barcelona en ese porcentaje (Barcelona, L’Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Gavà, Castelldefels, Sant Boi, Sant Cugat, Esplugues…), pero también es verdad que, tras las elecciones municipales del 2015, un 19,2% de los alcaldes de Catalunya son mujeres. Y la cifra crece elección tras elección.

La realidad política es otra. Las normas que regulan el funcionamiento interno de los ayuntamientos no tienen apenas en cuenta algo tan natural como la maternidad. Ni para las alcaldesas ni para las concejalas. El voto no se puede delegar en los plenos municipales. La ley de bases de régimen local exige expresamente la presencia física de los concejales en el salón de plenos para que que sus votos sean computados. ‘Dura lex, sed lex’, suelen decir los entusiastas defensores de la letra de la ley, aunque sea una anacronía de tomo y lomo.

GUARDERÍA EN EL CONGRESO

El debate sobre maternidad y ejercicio de la política tiene, eso sí, el pie puesto en la puerta de otras instituciones. A caballo de los años 2012 y 2013, primero en el Congreso y después en el Senado, se aprobó una medida para corregir los problemas surgidos con anterioridad a la vista de que algunas diputadas y senadoras habían dado a luz. Se decidió aceptar como válido en esas dos cámaras de representación el voto telemático, desde casa o desde el despacho, tanto da. Ese era un segundo paso.

Seis años antes se inauguró a menos de 200 metros del hemiciclo del Congreso una guardería para los hijos de sus señorías. Es un servicio, según se mire, controvertido. En Noruega, donde la baja por maternidad es de 392 días con un 80% del sueldo o de 322 días con el 100% del salario, sería un espacio de lo más natural. Lo que ocurre es que en España, a la cola de Europa en política de conciliación y de fomento de la natalidad, que las diputadas dispongan de esa ventaja tan escasa para otros es chocante.

NOVEDAD EN EL PARLAMENT

La anomalía principal, sin embargo, es la política municipal, sobre todo porque contrasta con los pasos que también se han dado en dirección correcta en el Parlament. En la Cámara catalana, la delegación de voto por maternidad está permitida desde el año 2006. Dolors Camats fue la primera diputada que utilizó ese recurso, en el año 2007. Desde entonces, 14 parlamentarias más empleado ese disposición del reglamento, pero lo más novedoso tal vez sea que esta semana, por primera vez en la historia del Parlament, dos diputados delegarán el voto en el pleno por paternidad.

Se trata del socialista Ferran Pedret y del popular Fernando Sánchez. Los hombres pueden acogerse a esa fórmula gracias a una reforma del reglamento que se adoptÓ en julio del 2015.

La simple comparación deja en evidencia que la normativa que rige en los ayuntamiento sigue anclada en el pasado. Pero el caso de Ada Colau tiene un plus. No es la primera vez que una concejala se pone de parto.Las convergentes Mercè Homs y Francina Vila son los casos más recientes. Pero sí es la primera ocasión en que esa circunstancia afecta al primer edil, es decir, a la alcaldesa.

ANDALUCÍA

Por el momento, Colau ha optado por un perfil bajo. Durante el embarazo no ha hecho bandera de si tomará o no la baja maternal. No ha convertido esa cuestión en un motivo de debate público. Ha hecho lo contrario, por ejemplo, que Susana Díaz, la primera presidenta de comunidad autónoma en estrenarse como madre durante el ejercicio de su cargo.

El nacimiento de su primer hijo coincidió además con el periodo estival, cuando el ritmo de la actividad política baja notablemente. No obstante, la responsable del Ejecutivo andaluz no se despegó del teléfono para mantenerse al tanto de todo lo que aconteció ese verano, el primero tras ser elegida en cuarta votación presidenta de la Junta de Andalucía, informa Julia Camacho.

Ya antes de dar a luz, Díaz había expresado públicamente sus intenciones de marcar distancias con el referente más inmediato, la vicepresidenta del Ejecutivo Soraya Sáez de Santamaría. “Cinco días no es una baja maternal”, llegó a decir en alusión al tiempo que estuvo la vicepresidenta sin incorporarse al trabajo. Antes al contrario, la baronesa andaluza subrayó en varias ocasiones que era “consciente de los derechos por los que han peleado muchas mujeres y muchos hombres” antes que ella, por lo que no pensaba renunciar a ese derecho conquistado de tomarse una baja por maternidad.