Debate sobre el futuro tributo autonómico

Las navieras temen que la nueva tasa turística frene los cruceros en BCN

El 'Liberty of the Seas' y dos cruceros más en el puerto de Barcelona, el sábado.

El 'Liberty of the Seas' y dos cruceros más en el puerto de Barcelona, el sábado.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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calculadora en mano y si todo sigue el guión previsto, la aplicación de la tasa turística en Catalunya generará más de cinco millones de euros anuales solo en lo concerniente a los cruceros que visitan Barcelona. Un caramelo que hizo que el Govern no dudase en incluir a los cruceristas en este tributo que se aplicará a partir de noviembre a los turistas que se alojen en Barcelona. Las navieras, que insuflan 2,65 millones de viajeros al año a la ciudad, se oponen frontalmente al pago de 2,5 euros por viajero, al considerar que estos (salvo excepciones) no pernoctan en la ciudad y ya abonan tasas portuarias. En las últimas semanas negocian con Generalitat y ayuntamiento para buscar una salida al conflicto que amenaza al auge de este tipo de turismo en Barcelona.

Sobre la mesa, a priori dos posturas razonables. La Direcció General de Turisme de Catalunya considera que estos viajeros también hacen uso y disfrute de la ciudad y deben entrar en el saco de la tasa. Fuentes del organismo indican que el reglamento que desarrollará la aplicación de las tasas (aprobadas en marzo) estará listo en las próximas semanas y prefieren no adelantar si habrá alguna matización o se seguirá adelante con el tributo para todo pasajero, duerma o no en la ciudad.

Desde la Autoridad Portuaria, políticamente al lado del Govern, pero con todas las navieras por clientas, saben que el asunto preocupa porque podría suponer un precedente, pero aseguran que se «está trabajando para que la aplicación afecte lo mínimo posible a la actividad», tan «importante en Barcelona».

DUDAS / Las navieras y el resto de operadores que giran a su alrededor (agencias de viajes, consignatarios, empresas de servicios...) temen los efectos de una tasa que, en el caso de un barco de 4.000 pasajeros, por ejemplo, supondría a las navieras desembolsar 10.000 euros por atraque, y algunas tienen más de cien escalas anuales en la capital catalana. Plantean muchos interrogantes: ¿Por qué pagar una tasa si el barco solo atraca unas horas diurnas? ¿Por qué no la abonan también otros visitantes que, sin dormir, vienen de excursión a Barcelona en tren, avión o coche? El sector no duda de que la aplicación puede perjudicar al crecimiento (hasta ahora imparable) de los cruceros en la ciudad, frenando nuevas escalas y poniendo en jaque algunas existentes. En círculos profesionales se comenta que puertos competidores, como Valencia y Roma, se frotan las manos por las consecuencias del impuesto catalán.

Y es que la falta de precedentes asusta al sector. Las tasas turísticas son comunes en hoteles de grandes ciudades, pero no en cruceros. En otros puertos de Alaska y Finlandia se han implantado tasas medioambientales que han generado a corto plazo supresiones de escalas. En el caso de Barcelona, el atractivo de la ciudad es actualmente tan poderoso que las administraciones confían en que no sea así. Pero los operadores no lo tienen tan claro, al jugar con márgenes de beneficios mucho más ajustados a causa de la crisis y la competencia.

Entre los gigantes del sector que se han sentado a negociar con la Direcció General de Turisme figura Royal Caribbean. Fuentes de la naviera, que tiene a Barcelona como puerto base del mayor barco que surca Europa (el Liberty of the Seas) consideran que «la tasa turística no es justa para el sector, ya que no tiene en cuenta si el pasajero está en tránsito, pernocta o hace embarque o desembarque, en cuyo caso ya se abonan las tasas portuarias por pasajero». El portavoz confía en que el Govern «ajuste las normas de aplicación» y estas se limiten solo a los barcos que hacen noche en la ciudad, que son una minoría por los altos costes del atraque.

En MSC, su director general en España, Emiliano González, considera que el gravamen es discriminatorio al no aplicarse a otros transportes, e insiste en que «los barcos se mueven», y pueden optar por eludir escalas que resulten muy costosas. Opina que la tasa es injusta y perjudicará al futuro de los cruceros en Barcelona. Desde otro de los grandes, Costa Cruceros, su director general en España, Bernardo Echevarría, lamenta que tras «invertir decenas de millones en Barcelona como destino y puerta de escala» y construir una terminal propia en el muelle Adossat para su grupo (Costa y Carnival), llegue «una tasa que obstaculizaría el desarrollo del sector en Barcelona» y pide sin dudar su «descarte».