INVENTARIO ORNITOLÓGICO EN EL ESPACIO NATURALIZADO

Las cigüeñas blancas regresan a Barcelona tras años de ausencia

TRES EJEMPLOS 3 Arriba, imagen de la cigüeña blanca avistada en el parque fluvial del Besòs, con un pez en el pico. Abajo, a la izquierda, un ave pico de coral común, originaria de Senegal, y, a la derecha, un martín pescador.

TRES EJEMPLOS 3 Arriba, imagen de la cigüeña blanca avistada en el parque fluvial del Besòs, con un pez en el pico. Abajo, a la izquierda, un ave pico de coral común, originaria de Senegal, y, a la derecha, un martín pescador.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Hacía ya un tiempo que las cigüeñas no se dejaban ver por Barcelona. La especie, tan extendida en otras regiones de Catalunya -hay poblaciones en que incluso ha dejado de ser ave migratoria y se ha hecho sedentaria- aterrizó el año pasado en las inmediaciones de la capital catalana, donde aprovechó para darse, de paso, algún que otro festín de pececillos. «Estuvo solo unos días, en primavera, y volvió a marcharse, pero permaneció el tiempo suficiente para que pudiéramos identificarla y saber que era un animal anillado en Alemania», relata Mireia Vila, bióloga de la oficina técnica de Acción Territorial del área de Espais Naturals de la Diputación de Barcelona.

La cigüeña (Ciconia ciconia) fue avistada en el parque fluvial del Besòs, donde el año pasado llegaron a observarse hasta 147 especies distintas de pájaros. Junto a ese hermoso ejemplar, también visitaron por primera vez el área naturalizada barcelonesa algunos somormujos lavancos (Podiceps cristatus), hasta 48 ejemplares de grulla común (Grus grus) y varias agujas colinegras (Limosa limosa).

«El parque es un ecosistema acuático situado en la línea de la costa y rodeado de sierras, y eso lo convierte en una parada atractiva para las aves migratorias», indica Vila. «Además -destaca la bióloga- es un oasis en medio de una área altamente urbanizada». Estas mismas condiciones fueron las que acabaron de convencer también al mosquitero ibérico (Phylloscopus ibericus), a la pagaza piquirroja (Sterna caspia), un pájaro de gran envergadura y cada vez más amenazado, y al diminuto reyezuelo (regulus regulus). Todos ellos pasaron, aunque fuera solo unas horas, en el Besòs antes de seguir sus rutas en busca de climas propicios.

VISITANTES ILUSTRES / Entre los visitantes más singulares del parque, Vila destaca la presencia de una menuda lavandera de cabeza negra (Motacilla flava), más propia de los Balcanes que de la península Ibérica, y de una tarabilla común (Saxiola torquatus maurus), una especie asentada en Siberia y que, como mucho, suele emigrar hacia Irán, la China y Japón.

Los biólogos del parque fluvial del Besòs llevan ya ocho años observando el ir y venir de las aves por este espacio, que ha sido recuperado tras haber sido, durante décadas, una auténtica alcantarilla. Desde que se iniciaron los avistamientos, cuenta Vila, «se han censado 225 especies distintas, pero tan solo 16 han llegado a nidificar y reproducirse».

Tan pobre balance es consecuencia de «la falta de tranquilidad que hay en esta área», afirma la bióloga. «El ornitólogo Xavier Larruy [especialista que lleva años estudiando la zona] lo atribuye también a otras interferencias, como que en el parque faltan hábitats, ya que apenas hay árboles», agrega.

En cambio, el cañaveral de casi nueve hectáreas que crece en la zona del parque que comparten Santa Coloma de Gramenet y Montcada i Reixac, «ha permitido consolidar algunas especies típicas de cañizales, como el cardicero tordal (Acrocephalus arundinaceus) y el común (Acrocephalus scirpaceus)». La zona próxima a la depuradora se ha convertido, pues, en el lugar de mayor interés reproductivo del parque fluvial.

Otra de las novedades que más han ilusionado a los estudiosos ha sido la aparición de «algunos aguiluchos, que descienden de las sierras próximas, en busca de alimento», explica la bióloga. «Es una muy buena señal», concluye.