a pie de calle

A las bicis les han quitado el suelo

Una bicicleta circula entre los peatones de la Rambla, el pasado día 3.

Una bicicleta circula entre los peatones de la Rambla, el pasado día 3.

JOAN BARRIL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llega un chaval con su bicicleta a un bar situado cerca de las Cotxeres de Sants. Ahí le esperan sus amigos. Se le ve atlético y optimista y pide unabirrasin vaso. Se ha sentado de tal manera que desde su silla puede ver su bicicleta convenientemente atada al palo de una señal de circulación. Más que verla, la admira. Dice: «¿Sabéis cuánto tiempo he tardado en venir desde Gal·la Placídia hasta aquí?». Y él mismo se responde como si fuera el encargado de la megafonía de una etapa del Tour: «¡12 minutos!» Y espera que sus amigos le feliciten por la gesta.

Este cronista piensa que los semáforos tardan lo suyo en ponerse de color verde y que para conseguir ese tiempo parece evidente que muchos de los cruces del recorrido se han tenido que hacer sin el debido respeto a las señales luminosas. Pero el chaval está ahí, todavía. Y no existen en Barcelona carriles de bicicleta para todos. En Holanda ya le habrían multado.

Este tramo de Sants tiene una larga tradición ciclista, pero de lo que se trata es de distinguir el ciclismo deportivo del uso de la bicicleta para los transportes limitados. Las bicicletas han dejado de ser unos vehículos que se utilizan exclusivamente en verano y ahora se las puede ver esquivando coches y también peinando la estela de los autobuses. La bicicleta en sí no es peligrosa, pero la convivencia entre el tráfico denso y las ruedas livianas siempre tienen una víctima posible.

La peña neociclista habla de sus gestas: «El otro día tenía un camión de las basuras pegado a mi culo. La verdad, pasé miedo». Y el otro recordaba la cantidad de vehículos de reparto que se detienen en los carriles bici del Eixample. Gran discusión: «Lo peor de ir en bicicleta por la ciudad es tener que frenar. El freno es solamente para las situaciones de emergencia, pero salir a golpes de pedal con la bicicleta parada es un verdadero esfuerzo».

Llega un cuarto contertulio. Es una chica tocada con el curioso gorro que en teoría le protegerá la cabeza en el caso de un impacto con el bordillo. «Lo que es imperdonable es lo de Castelldefels». Los demás no saben que es «lo de Castelldefels». El ciclista urbano no suele hablar mientras circula. Todo lo más increpa a los peatones y a los coches salvajes del asfalto. «¿Castelldefels?» «Han eliminado el carril bici». De pronto, los que prefieren la calle sin límites claman al cielo por la supresión de un carril para domingueros. Cuatro kilómetros que servían para hacer fotografías y para llevar a pasear a los niños, han sido eliminados por el alcalde popular señorReyesaduciendo que el carril bici incrementa la contaminación.

Decisiones arbitrarias

3 Una vez más se constata que el débil siempre tiene la culpa de todo. Y que la mejor manera de cohesionar un movimiento es alimentándole de decisiones arbitrarias. A las bicicletas de Castelldefels les han quitado el suelo. Todo lo que sonaba a gobierno anterior va a ser desmantelado por el nuevo gobierno que viene en un acto que es más simbólico que efectivo. ¿Acaso se pretende que las bicicletas vayan oxidándose en los desvanes? Esos vehículos diésel que arrojan sus malos humos sobre las aceras, ¿son más poéticos que el zumbido del timbre de una bicicleta?

El grupo se va a cenar cada uno a su casa. Me ha parecido que ahora iban más despacio que cuando han llegado. Será tal vez que lo de Castelldefels les ha hecho pensar y ver el mundo de otra manera. Será tal vez que las bicicletas son los anteojos del paisaje.