EL NUEVO GOBIERNO DE BARCELONA

Larga lista de pequeñas y grandes tareas para la alcaldesa

Los ciudadanos esperan un cambio con Colau, pero también le piden atención al día a día

Ada Colau, en el metro, tras visitar Nou Barris, este lunes.

Ada Colau, en el metro, tras visitar Nou Barris, este lunes. / periodico

INMA SANTOS HERRERA / BARCELONA

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"Es la primera vez que voto y lo he hecho con la esperanza de que suceda algo importante, no por parte de los políticos sino del poder popular", escribe Pep Orti (Escultor. Sant Martí). "Este mandato será un caos: el Gobierno de un grupo dividido internamente y sin mayoría que le apoye no puede hacer gran cosa", vaticina Salvador Fornés, jubilado y vecino de Gràcia. Los ciudadanos perciben que el de Ada Colau en la alcaldía de Barcelona no va a ser un mandato cualquiera, será otra cosa. Mejor o peor, eso va a gusto del pronosticador; pero distinta. EL PERIÓDICO ha preguntado a los barceloneses qué le pedían a la nueva alcaldesa, y a grandes rasgos ha recibido una doble respuesta, macro y micro: que se hagan las grandes cosas de otra manera, sí, pero que a su vez no se pierdan de vista los problemas del día a día, la resolución de las pequeñas cosas, las del barrio, las de la calle, las que hacen la vida más fácil. Y, sobre todo, que les escuchen mucho más.

Hay dudas, como las de Fornés, pero también hay ilusión, ansias de regeneración, de transparencia, de lucha decidida "contra la desigualdad, la pobreza y precariedad, para crear trabajo digno, evitar más desahucios por motivos económicos y generar vivienda de alquiler social, negociar con compañías de agua, luz y electricidad para acabar con la pobreza energética y asegurar el suministro a precios asequibles. Y fijar una renta familiar para familias con pocos recursos (...)" (Antonio Herrera. Prejubilado. Sant Martí). Y, por mucho que se sepa que su minimayoría abocará a la alcaldesa a pactar y negociar, hay exigencia, mucha exigencia: "No queremos que olvide a sus votantes y caiga en el error de apoyar el programa de otros partidos; queremos que se centre en apoyar a los más necesitados, en poner en marcha proyectos económicos que beneficien a las clases populares" (Antonio López. Comercial. Eixample).

DUROS CON EL TURISMO

Pero entrelazadas con todas estas cuestiones sociales y políticas, los ciudadanos plantean otras más propiamente ciudadanas, como las relacionadas con el cumplimiento de los planes de barrio y con el replanteamiento del modelo del turismo y su consolidación como principal actividad económica de la ciudad. Y en este sentido las opiniones, mayoritariamente críticas, van desde las más dialogantes -"Queremos una ciudad con un turismo responsable que no la degrade" (Ewing Jesús Falla. Especialista en redes informáticas. Eixample)- a las más guerreras: "Tolerancia cero con el turismo", exige Ricard Vilar, «Me gustaría que se tomara en serio el tema de los pisos turísticos y que los que hay desaparezcan», se suma Antoni Clemares. Ambos son jubilados y del Eixample, uno de los distritos que en los últimos años han vivido de cerca el auge del fenómeno y sus consecuencias, las deseadas y las que no lo son.

Porque, ya metidos en harina de lo micro, los barceloneses le siguen reclamando a la primera alcaldesa de la historia de la ciudad lo que antes le pidieron al alcalde Trias, o a Hereu, o a sus antecesores: soluciones a los problemas cotidianos que consideran que amenazan su calidad de vida. Para empezar, en el disputadísimo espacio público. El ruido, el auge imparable de las terrazas y el incumplimiento de horarios y los comportamientos incívicos afectan a la convivencia. "Es una falta de respeto a los vecinos, que no pueden descansar, por no mencionar que a esas horas de la madrugada se juntan lateros, rateros, borrachos, vendedores de droga...", denuncia José Lavilla, jubilado y vecino de la Ciutat Vella. Hay quien pide mano más dura con los perros y sus dueños, y estos quieren más espacio para sus mascotas. Y los peatones se quejan porque las motos y las bicis invaden las aceras, las bicis exigen más carriles para ellas, las motos piden compartir con los taxis el carril bus...

LA CALLE Y EL PORTAL

La movilidad y el transporte público, otro clásico. Unos solicitan que se lleven a cabo los proyectos pendientes desde hace años en barrios incomunicados. Es el caso de los vecinos de la Zona Franca, que reivindican la tan esperada L-10. Otros exigen mejoras en los transportes ya existentes que van, en el caso del metro, desde la ampliación de la frecuencia de paso a la mejora de prestaciones y tarifas de los títulos, así como mayor seguridad para evitar robos y que la gente se cuele sin pagar. Los más concienciados con el medio ambiente apuestan por la ampliación del tranvía y el fomento de la bici, y los más nostálgicos piden recuperar varias de las líneas de bus que ha borrado la nueva red ortogonal.

Y de lo micro a lo más micro todavía: muchos ciudadanos le piden a Colau que no olvide las pequeñas mejoras que necesita no ya su barrio, sino su calle o, como quien dice, su portal: iluminación, pavimento, limpieza... "Las pegatinas de cerrajerías ensucian puertas y buzones. Y el otro tema son los tags y pintadas en las persianas. El coste de la limpieza lo asumen los comerciantes y las comunidades, y es injusto", denuncia Roberto Bes (Ingeniero de sistemas informáticos. Eixample)-. "Ya que los servicios de los bares son solo para clientes, no estaría de más instalar urinarios públicos", propone Xavier Imbert (Administrativo. L'Hospitalet de Llobregat).

La lista de peticiones de los barceloneses a Colau es como la carta de los Reyes Magos, interminable. Aunque, de hecho, podría resumirse en una frase: una Barcelona que tenga en cuenta a sus ciudadanos. En lo micro y en lo macro.

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