Regatas sobre asfalto

En el Fòrum se ha puesto de moda navegar de secano con carros a vela. 'Land sailing', se llama esta modalidad deportiva. Barcelona será sede del campeonato de Europa

ANA SÁNCHEZ

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Hay una hilera de velas listas para salir a navegar. Es un fondo de pantalla ya habitual en el Port Fòrum. Los regatistas se ponen casco y guantes, se tumban bajo la vela, se ajustan el cinturón de seguridad. Miran al cielo con ojos de marinero resabiado y predicen cómo soplará el viento en unos minutos con deje de meteorólogo. Paciencia, ahora llegará. Y llega: se levanta una racha de aire y la vela empiezan a rodar. A rodar, sí. Para navegar aquí no hay que tirar de biodraminas. Esto es ‘land sailing’: regatas sobre asfalto.

Ya le han colgado la etiqueta de “nuevo deporte de moda”. Es decir, que cualquiera al que le pregunte pondrá cara de meme de Rajoy. ¿Land qué? Ca-rro-ve-lis-mo. No es nuevo: ya se hacían competiciones en el XIX. Hoy hay una federación internacional con más de 80.000 pilotos.

De lejos, podría pasar por una carrera de los autos locos en versión ‘hipster’: coloridas velas de windsurf sobre tumbonas con tres ruedas. “Es un triciclo con vela”, resume a sus alumnos neófitos Miguel Ángel Hernaiz; Miguelito, para todo el que pase más de dos minutos por su club/escuela. Habla de estos carros veleros con devoción de padre. Lo es: fundador y presidente de la Asociación Española de Carrovelismo. También fundó la Asociación Española de Blokart (la clase de carro a vela que se utiliza aquí: más pequeño, más “para todos los públicos”, dice, se conduce solo con las manos). De esta asociación habrán salido, calcula, 15 campeones del mundo y otros 20 de Europa. Barcelona se posiciona por momentos como centro neurálgico: fue la sede el mes pasado del Open de España. En octubre del año que viene, se celebrará aquí el campeonato de Europa.

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VEHÍCULO SIN FRENOS

“Es muy de 'feeling'. Como un baile”. Miguelito te prepara para montar por primera vez en 10 minutos. “La vela funciona como las marchas”, explica. “Abierta es primera; según la cierras: segunda, tercera, cuarta”. Diez minutos y ya te estás yendo con viento fresco. “Luego tienes toda la vida para ganar el campeonato del mundo”, se ríe el instructor. Se conduce con las manos: con la derecha se maneja la vela; con la izquierda, el manillar del triciclo. “Es así de complicado, así de sencillo”, se encoge de hombros. La sensación de velocidad se triplica tan a ras de suelo. Sobre todo al descubrir que no hay freno. (Lección número 1: te enseñan a parar el carro con el viento).   

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“La gente cree que es un deporte de riesgo”. Miguelito mueve la cabeza de lado a lado. Su hija ya estaba subida en un carro con tres años, asegura. Hay pilotos hasta de 90. “No requiere esfuerzo físico”. Chema -uno de los pilotos habituales del club- asiente a su lado. Tiene ataxia. “Es una enfermedad degenerativa –explica Miguelito-. Pierde sobre todo el equilibrio”. En unos minutos, en la pista, Chema pondrá su carro a dos ruedas con equilibrio de malabarista. “Este deporte está diseñado para ser accesible”, añade el instructor. De hecho, tienen un proyecto para personas con movilidad reducida: ‘Todos iguales bajo el viento’, se llama. “Los chicos y las chicas competimos juntos –señala Miguelito-. Da igual la edad que tengas, da igual el sexo o la condición física. Solo hacemos categorías por peso. Da igual que vayas en una silla de ruedas, que seas una chica guapa o un señor muy feo de 80 años”.

¿Que qué engancha? “La adrenalina”, responde Chema. “La sensación de libertad”, dice Miquel, otro de los pilotos que ha venido hoy.  “Es como un 'karting', pero a vela”, añade Pepe. “Engancha la gente”, concluye Miguelito. “Imagínate un campeón del mundo que te dice qué tienes que hacer para ganarle”.