La transformación del suburbano

La L-11 se convierte en la segunda línea automática de la red de metro

Cabina sin conductor y con fotógrafos de prensa del tren que abrió el servicio automático de la L-11, ayer.

Cabina sin conductor y con fotógrafos de prensa del tren que abrió el servicio automático de la L-11, ayer.

RAMON COMORERA
BARCELONA

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Tan solo tres días después de abrir el tramo de Santa Coloma de la L-9 como el primer recorrido automatizado del suburbano, la Generalitat y TMB pusieron ayer en servicio, aunque parcialmente, la segunda ruta sin conductor de la red metropolitana. Se trata de la línea L-11 del conocido como metro ligero por su escasa longitud, 2,1 kilómetros, y su vía única. El cambio técnico se aplica entre las estaciones de Casa de l’Aigua (Nou Barris) y Can Cuiàs (Montcada) y llegará al intercambiador de Trinitat Nova (L-3 y L-4) en febrero del 2010. Para entonces se habrá instalado ya el sistema de detección de intrusiones en las vías, un dispositivo imprescindible porque en esta parada no se pueden colocar puertas de andén como en el resto ya que aquí las vías se comparten con una línea convencional, la L-4.

La L-11 ha sido en los últimos años un banco de pruebas humano y técnico para la L-9 por sus especiales características de poco tráfico, pasaje reducido y situación apartada, en el extremo de la red. Y también porque desde el principio fue proyectada para ser automática, aunque sus únicos tres convoyes (dos en servicio, uno por sentido, y otro de reserva) tienen cabina de conducción.

Desde hace más de dos años se han ido instalando y probando progresivamente las puertas de andén y la transmisión de datos tren-tierra en las estaciones de Can Cuiàs, Ciutat Meridiana, Torre Baró-Vallbona y Casa de l’Aigua. Al mismo tiempo se ha reconvertido al personal de conducción y de las estaciones en técnicos polivalentes capaces de atender cualquier función en los trenes, las paradas o la atención al cliente. Son los llamados técnicos de operaciones que actúan ahora en la L-9.

REACCIÓN ANTE INCIDENCIAS / La L-11, sin embargo, no dispone, a pesar de su relativa juventud (2003), del arsenal de medios de control del tráfico y de gestión de las instalaciones de última generación de su hermana mayor, líder tecnológico mundial en este momento, según TMB. Por tal motivo, en cada tren viajará siempre un técnico de la operadora «para asegurar el tiempo de respuesta en caso de cualquier anomalía o incidencia», según explicó el secretario para la Mobilitat, Manuel Nadal, al visitar ayer la línea.

La conducción automática mejorará el servicio de la L-11 en los cinco barrios que comunica, aunque las ventajas no serán todas las que se consiguen en la L-9 por las mencionadas limitaciones de la infraestructura. Aumentará la seguridad, la puntualidad, la eficiencia y también mejorará algo la frecuencia, pero sin la posibilidad de poner más trenes a ciertas horas según la demanda, una de las grandes ventajas de la automatización. En los convoyes de la L-11 no desaparece la cabina del conductor, como en los vehículos de la L-9, porque ya fueron construidos con ella y forma parte de su estructura.

La creación de una línea con un túnel de vía única y un punto de cruce en Torre Baró fue una decisión tomada por motivos económicos por el último Govern de CiU a la que se opusieron el ayuntamiento y TMB.La inauguración se produjo en diciembre del 2003, cuando Jordi Pujol daba paso ya al tripartito.