Rafael y la risa

Terapeuta, escritor y poeta escenico, Rafael Metlikovez nos lo ha dejado todo con una sonrisa

Xavier Theros y Rafael Metlikovez, en el mercado de Sants, en el 2011.

Xavier Theros y Rafael Metlikovez, en el mercado de Sants, en el 2011. / periodico

JAVIER PÉREZ ANDÚJAR

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Recitó polipoesía para una polibarcelona, que era la Barcelona de la poli 'maqueando' la ciudad antes del gran acontecimiento: los Juegos Olímpicos. Rafael Metlikovez salía de la noche de Granollers como aquel espía de Le Carré que surgió en la noche helada del Checkpoint Charlie (porque también va a haber un Charlie en esta historia).

Rafael era un artista de acciones, es decir de acción, y su poesía primera fue la 'performance'; no en vano, en Granollers se había forjado en la estela de Jordi Benito y en la compañía de JIM (Joan Illa Morell, el artista que en el 74 montó con Salvador Dalí un fenomenal 'happening' en aquella ciudad, el artista que el año anterior logró traer a King Crimson para que tocasen dos noches seguidas en el Pabellón de Deportes de Granollers, y así, entre la niebla del Vallès y el industrializado río Congost, empezaba a manifestarse la contracultura barcelonesa).

Pero Barcelona es una trituradora disfrazada de crisol, que todo lo funde para hacerlo papilla. Con Rafa no pudo. Se la pateaba hambriento de vida. Se juntó con un francés, Samuel Loviton, y un alemán, Guido Hübner (y uno de Granollers, como en los chistes de bar), y de este modo se unió a Das Synthetische Mischgewebe

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Barcelona es una trituradora","text":"\u00a0disfrazada de crisol que todo lo funde para hacerlo papilla"}}

La vanguardia es sagrada y por eso resulta impronunciable (tampoco Metlikovez resulta al principio fácil de decir, pero porque también es sagrado: el apellido paterno, el abuelo desaparecido en la batalla del Ebro –un misterio que se había propuesto investigar–, el padre criado en la Casa de la Caritat, la guerra civil y la terrible posguerra que Rafael llevaba en el ADN, pegadas ambas a la piel con los relatos familiares que tantas veces le habían explicado haciéndole vibrar el yunque, el martillo, los huesos del oído que tienen nombres obreros; Rafael pertenecía a la generación de la Transición, pero eso es una pijada, pues él procede directamente de la guerra). Luego fundó la PAPA (Performers, Artistes i Poetes Asociats) con el poeta Xavier Sabater (que murió hace tres años). Eso dura poco y su visión lírica de la acción acabaría fundiéndose con el lirismo literario de Xavier Theros, el amigo del alma, el compa eterno, el socio, y juntos fundarían los gloriosos Accidents Polipoètics.

POLIPOESÍA URBANA

Ahora así. Ahora ha ocurrido algo trascendental en Barcelona. Pero debutan en Granollers. Barcelona es ancha y ajena como el mundo de Ciro Alegría. Fue en el bar El Mirallet, a finales de 1991, el mismo año en que un extraterrestre buscaba por la ciudad noticias de Gurb. En todo aquel tiempo, que va desde el primer Sisa hasta este libro de Mendoza, Barcelona ha pasado de ser galáctica a ser alienígena, otra forma de alienación. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Su risa no era una respuesta,","text":"\u00a0sino el eco mismo de las preguntas retumbando ante la nada"}}

Los chistes del bar son en Rafael y en Theros las partidas a los chinos en la barra de La Plata junto a un porrón y unas sardinas asadas. Mientras juega, escribe para la Fura dels Baus, las marionetas de Mariona Masgrau y la danza de Sol Picó. Las historias familiares que le han contado llegan por la rama materna. En el mercado dominical de Canovelles, Rafael se cría con sus dos hermanas al calor de esos abuelos. El trabajo duro, madrugar, el habla popular, el sabor intenso de los embutidos que vende. Saber el precio de la sangre de las morcillas y saber lo que vale un peine. Rafael adoraba a sus abuelos, la dignidad del sacrificio, la dignidad de los humildes, y así convertiría un retrato de ellos en portada de Polipoesía Urbana De Pueblo, el disco de Accidents Polipoètics. La verdad de Rafael es la de esa fotografía, la última verdad de quien sólo le queda seguir viviendo.

TERAPIA FAMILIAR

La foto la ha hecho Consuelo Bautista, que va de siempre unida a la carrera de los Polipoètics, como también irá el artista plástico y guitarrista eléctrico Steven Forster. Y Charlie, el técnico de sonido y también amigo íntimo de Rafa y de Theros. La austeridad, el huracán de sus ojos, la piel dura con que aparece en todos los retratos. Ha elegido la risa como exilio. Pero es que Rafael ni siquiera es de Granollers, es de Canovelles. Como tampoco es del Barça, es del Espanyol (en El País escribe crónicas de su equipo, que son crónicas de la vida). Como asimismo viene de los que perdieron la guerra. Estas tres circunstancias y condiciones es lo que ha heredado como memoria histórica.

Su padre tiene un modesto taller de serigrafía en La Torreta, imprime ceniceros del Naranjito, y Rafa aúna los bolos, el trabajo ayudándole y los estudios (ha empezado Derecho, pero se hará psicólogo de familia e irá a asistir a los grupos sociales más marginados). Una vez Rafael le contó a su padre que yendo en taxi por Barcelona les cayó un suicida que se había tirado por el balcón. El padre le dijo: “¿Y tú qué hacías yendo en taxi?”. De las preguntas que no se pueden contestar vienen el gesto artístico de Rafael, y sus crónicas deportivas, y su concepción de la terapia familiar. Su risa no era una respuesta, sino el eco mismo de las preguntas retumbando ante la nada. A los 52 años, nos lo ha dejado todo con una sonrisa. Para que sepamos lo que vale un peine.