Integrar con educación

La asociación Terral cumple una década de ayuda a niñas y jóvenes del Raval potenciando la autonomía personal a través de una mejora en los estudios

Formación 8 Jóvenes usuarias de Terral, ayer, durante una clase de fotografía.

Formación 8 Jóvenes usuarias de Terral, ayer, durante una clase de fotografía.

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Cuentan con orgullo el caso de Sheila, una joven nacida en el Raval, de padres filipinos, que aprovechó la oportunidad que le ofreció la iniciativa solidaria Terral hace una década, cuando abrió sus puertas para proporcionar ayuda a niñas y mujeres de Ciutat Vella en riesgo de exclusión social. Porque esta ya exusuaria de la entidad a la que tienen muy presente como ejemplo de éxito estudia Bioquímica en la Universidad de Pamplona tras haber sacado la mejor nota en su instituto y haber logrado una beca.«No todas llegan tan lejos, pero hemos de intentar buscar alternativas para las niñas. Para unas será la universidad, para otras una formación profesional», explicaba ayer Victoria Guinduláin, la directora de esta iniciativa que brinda apoyo principalmente a inmigrantes desde un equipamiento en la calle de Nou de la Rambla.

Terral es del Opus Dei, algo que probablemente suscite más de un reparo en según quién, aunque basta con echar un vistazo a la labor que se realiza para ver que aunque en ese impoluto y ordenadísimo entorno estén muy presentes los símbolos cristianos, además de un par de pequeñas bibliotecas en las que, si no todos, la mayoría son libros religiosos, el proyecto intenta antes que adoctrinar educar a las jóvenes.«En valores humanos», concreta Guinduláin.«Es un proyecto de clara identidad cristiana en el que participantes de cualquier religión están a gusto», afirma la directora, quien pone como ejemplo el caso de una madre del barrio, musulmana, que acude de vez en cuando a la capilla de que dispone la asociación en su primera planta porque, dice,«encuentra paz». No obstante, la mayoría de las niñas y jóvenes que acuden cada tarde, de lunes a viernes, son cristianas y varias de ellas participan en cursos de catequesis.

El principal rasgo de la asociación, que el jueves celebró una década durante la que ha apoyado a féminas de 34 países diferentes, es el que denominan uno a uno.«Se intenta que cada participante tenga una voluntaria a su lado, lo que facilita, además del aprendizaje, el contacto con otra mujer que ha conseguido aquello por lo que la usuaria lucha», prosigue la directora, aunque reconoce que no es fácil, ya que pese a que cada vez tienen más voluntarias (ya suman 264) que imparten clases como refuerzo escolar, realizan tareas en la recepción o en la biblioteca, el número de usuarias es notable, ya que en los últimos cinco años se ha incrementado en un 46%. El pasado curso el centro atendió a 242 usuarias. En estos momentos, Terral, que tiene un réplica solo para varones (denominada Braval), ofrece cerca de una decena de programas de actividades de refuerzo escolar y de formación orientada hacia la inserción social para adultos.

Autoestima

No solo eso, remarca Guinduláin, también les brinda un plus de autoestima y de afecto, algo de lo que no van sobradas las niñas, muchas, de familias desestructuradas. Para mejorar las situaciones personales, Terral también inició hace unos años un espacio para los padres, que, aseguran, funciona bastante bien. Al frente de estas sesiones, dos voluntarios, matrimonio.