INICIATIVA ECOLÓGICA EN EL ÁREA METROPOLITANA

'Infancias rotas' en el Llobregat

Un mano a mano entre la Guardia Civil y la Generalitat repuebla ocho ríos catalanes con 430 kilos de angulas procedentes de una operación contra una banda que traficaba con ese manjar

CARLES COLS
SANT ANDREU DE LA BARCA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La infancia de las anguilas no suele ser feliz. Son precavidas, sí. Solo exploran las aguas que las han visto nacer en noches de luna nueva, al abrigo de la oscuridad, pero ese secreto hace años que lo conocen los pescadores, así que las pobres, cuando se las conoce más por su nombre de alevín, angula, terminan muy pronto sus días con ochos dientes de ajo cortados en finas láminas, ocho cucharadas de aceite de oliva, una guindilla y el dulce mecer de un tenedor de madera. Las proporciones son válidas para cuatro personas. Hay que apagar el fuego a los cuatro minutos y dejar reposar la cazuela otros dos. Pero ayer literalmente miles de angulas tuvieron«una segunda oportunidad»-en sinceras palabras del teniente de la Guardia Civil Manuel García Bujes- después de que una operación policial digna deThe Wirediera con 14 aprovechados especializados en el comercio ilegal de esa especie. Esa banda (ya que la cosa va de vida en el mar) con tentáculos en Asturias, Galicia, Guipúzcoa y Tarragona fue detenida con un botín de 1.580 kilos de angulas, el equivalente en el mercado negro a 1,6 millones de euros. Ayer, bajo un puente del río Llobregat, una parte de esas infancias secuestradas fue devuelta a la vida en libertad tras una afortunada colaboración entre la Generalitat y el servicio de protección de la naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil.

Lo sucedido debería tener como melodía de fondoPennies from heaven. La versión de Louis Prima, por ejemplo. Desde hace cinco años, la Conselleria d'Agricultura de la Generalitat trabaja, por recomendación de la Unión Europea, en un proyecto de reintroducción de las anguilas y sus crías en los ríos catalanes. El sistema requiere de una enorme paciencia. La pesca está muy rigurosamente regulada. Unos 400 profesionales tienen permiso para realizar capturas, sobre todo en el delta del Ebro, con la condición de que un 5% de sus presas las entreguen a la Generalitat para repoblar los ríos del país. De noviembre a marzo, así, se pescan en Catalunya unos 1.000 kilos de angulas, de ahí que la intervención de la Guardia Civil, bautizada como operación Suculenta, sea un punto de inflexión en esa estrategia medioambientalista. De los 1.580 kilos incautados en toda España, 430 han sido destinados a repoblar ocho ríos catalanes. Ayer fue el turno del Llobregat. También lo será del Besòs, del Fluvià, del Ter, del Francolí...

Los pececillos ayer soltados en un recodo del Llobregat, junto a un cañizal no demasiado bucólico, ya no eran esos casi transparentes alevines que son al nacer las anguilas. Durante los últimos días, la Generalitat les ha alimentado en el Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria (Irta) de Sant Carles de la Ràpita. Les han hecho crecer para que sean más capaces de sobrevivir a los peligros que les aguardan. En ese proceso han cambiado de color, de blanco acristalado a negro. Siguen siendo angulas, pero ya no combinan tan bien con el blanco tostado del ajo y el rojo de la guindilla.

Río arriba, a los ejemplares liberados ayer les aguarda tal vez la muerte como bocado de un visón americano, especie invasora, o de un cormorán. La experiencia con otras especies sugiere que solo un 5% de los alevines sobrevivirá, pero peor suerte les aguardaba en manos de esa banda de desalmadosinfanticidasque han caído en las redes de la operación Suculenta.

A Filipinas vía Bulgaria

Las angulas podían haber sido vendidas en el mercado negro europeo a 500 euros el kilo, pero lo más probable es que hubieran terminado en el lejano oriente a 1.300 euros, porque los 14 detenidos no eran unos robaperas de tres al cuarto, sino una maquinaria perfectamente engrasada que, por ejemplo, era capaz de fletar un vuelo chárter con destino a Bulgaria para, desde ahí, dar el salto a Filipinas. Su burdo truco de llenar las primeras cajas, las más visibles en el control de aduanas, con mújoles alevines no engañó a los expertos ictiólogos que, al parecer, trabajan mano a mano con la Guardia Civil. Llegado el momento, un examen de ADN confirmó las sospechas.

En resumen. La infancia de las angulas no suele ser feliz, pero tampoco lo era la de sus abuelas, pues años ha esa especie considerada hoy un manjar era usada en el delta del Ebro como pienso para las gallinas. Menudos huevos.