de la bicibar a la biciloca

El increíble caso del Tourmalet etílico

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En abril del 2013, el Ayuntamiento de Barcelona puso fin a la vida comercial de una empresa que tres jóvenes de la ciudad habían creado bajo el inequívoco nombre de Barcicleta. Ese bar con ruedas, en el que los taburetes de los clientes iban equipados con pedales, no le hizo gracia a los responsables municipales, entre otras razones porque los usuarios iban a menudo ebrios. Se supone que esa era parte de la diversión.

Aunque prohibido, el invento aún circula por Barcelona. Es de otra empresa que se publicita con un nombre aún menos inequívoco, Biciloca. Sus dueños saben que no son bien recibidos en la ciudad, y se extrañan por ello, porque, según explican, trabajan sin contratiempos en Madrid, Murcia, Málaga y otras localidades. Total, que el pedaleo a bordo del bicibar tiene el plus emocionante de la ilegalidad. Según un portavoz municipal, la Guàrdia Urbana tiene instrucciones precisas de multar esa infracción e inmovilizar el vehículo en caso de que detecten su presencia, lo cual no es difícil dadas sus dimensiones.

La Biciloca, sin embargo, circulaba el pasado lunes por el paseo de Sant Joan y se cruzó con dos patrullas de la Guàrdia Urbana. Nada, no les dijeron ni mu. Los clientes, cinco jóvenes ingleses y una chica, iban más que achispados. Sus gritos incluso tapaban la música que pinchaba el piloto. Un desmadre, vamos.

Según un responsable de la empresa, disponen de 10 unidades como esa en toda España. Cuando les contratan un servicio en Barcelona, desplazan una expresamente para ello desde Teruel a bordo de un remolque.

El epílogo de la historia es que los tres barceloneses que intentaron tirar adelante este negocio en el 2013 se endeudaron inútilmente para ello. Pidieron un crédito, que avaló el abuelo de uno de ellos. Algún día habrán visto pasar la 'bicibar' de la competencia.