DEGRADACIÓN SOCIAL

Incendiado un bajo del Raval que los vecinos denuncian que es un narcopiso

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Beatriz Pérez / Barcelona

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El bajo del número 4 bis de la calle de Sant Gil, en el Raval, se incendió por causas aún desconocidas la noche del pasado lunes. A las 23.40 horas, los bomberos comenzaron a recibir llamadas de vecinos que alertaban de que salía fuego de la planta baja del inmueble. Aunque solo ardió este piso, las llamas afectaron a cuatro inmuebles y a siete personas, afectadas por inhalación de humo, según fuentes del ayuntamiento. Tres de ellas fueron trasladadas al hospital.

El Eix Sant Gil, entidad integrada por vecinos de esta calle, ha emitido un comunicado en el que denuncia que el piso que ardió, propiedad de una entidad bancaria, está ocupado por narcotraficantes. Los mossos, sin embargo, desmienten que se trate de un narcopiso. Sant Gil es una de las vías del Raval que, desde hace semanas, participa en las caceroladas de protesta contra los pisos ocupados ilegalmente por traficantes de droga.

Marifrans Pueyo, presidenta de la comunidad de vecinos del 4 bis de Sant Gil, rebate la versión policial. "Claro que es un narcopiso. Ya cuando denunciamos la situación se nos puso en tela de juicio porque la persona que lo tiene ocupado es conocida en el barrio, un delincuente que siempre ha vivido por aquí, que ha estado en la cárcel y que se encuentra en el límite del bien y del mal", explica. "Tiene pinchadas nuestra luz y nuestra agua", añade.

El vecindario de la calle asegura que en ese bajo se trafica con drogas y que ha habido incluso episodios de prostitución. "Este incendio es solo la gota que colma el vaso", se queja Pueyo. El Eix Sant Gil ha solicitado un encuentro con la concejala, Gala Pin, y con la Conselleria d'Interior. "Los vecinos tienen claro que se ha traspasado la línea roja. El problema de la seguridad no afecta solamente a las personas que transitan por las calles del Raval, por verse amenazadas e insultadas por los traficantes, sino también por el riesgo que corre su propia vida", denuncia la entidad en un comunicado.

Dos narcopisos

"En Sant Gil hay dos narcopisos: uno en el número 4 bis y otro en el 7", sostiene Alba Juárez, también vecina, aunque en otro edificio de esta vía. "Ese bajo está lleno de cables y basura, es fácil que arda. Hace meses tuvieron otro susto", subraya Juárez.

La problemática de los narcopisos en el Raval roza a veces el surrealismo. Este martes a mediodía, horas después del incendio, la persona que supuestamente ocupa de manera ilegal este bajo y a quienes los vecinos acusan de traficar con droga se encontraba de nuevo en el inmueble.

El inquilino ha dado su versión a los periodistas allí presentes. "El incendió sucedió porque tenía velas encendidas, ya que no tengo luz, y una de ellas ardió", explica. El hombre, que, según cuenta, vive ahí con su padre y dos mujeres más. El progenitor y una de ellas siguen ingresadas en el hospital, pero se encuentran fuera de peligro.

"Olor extraño"

La teoría de las velas es rechazada por el vecindario. "El olor que salía de ahí era extraño y de muchísima intensidad", responde Marifrans Pueyo, quien no presenció el incendio pero sí siguió el desarrollo de los hechos a través de todo lo que iban contando los vecinos en el grupo de WhatsApp. "Decían que el olor como de sustancias químicas. Y el humo, supernegro", asegura. 

Mientras, más hacia el sur del Raval, en la calle de la Riereta, los problemas continúan. Vecinos de la vía han evitado este martes por la tarde que los narcotraficantes que tienen ocupado el número 5 de la calle lograsen ocupar también el número 1.

"El dueño de este bajo volvió de trabajar y se encontró con que le habían cambiado el cerrojo. Por suerte, un grupo de vecinos de Veïnat del Raval estábamos cerca, reunidos en Vistalegre, y logramos que los narcos, que en ese momento estaban fuera, no entrasen en su propiedad", relata Antoni Salas, vecino de la Riereta.

Ahora el propietario volverá a cambiar la cerradura y todo indica que este incidente, al menos de momento, estará cerrado. No así la problemática de los narcopisos que azota día a día al barrio.