El 'Homo wifi'

Un hombre se conecta a Barcelona Wifi, en el paseo Marítim.

Un hombre se conecta a Barcelona Wifi, en el paseo Marítim.

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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É bellooooo estar siempre conectada y hablar con los amigos cuando viajas. Yo estoy mirando el móvil todo el tiempo. El año pasado en Miami, igual», proclama en el paseo de Gràcia Alessia. La afirmación no sale de una quinceañera enchufada sino de una cuarentona recién llegada a Barcelona desde Venecia, donde reside, para pasar unos días de vacaciones. Mensajes por Whatsapp, correos, fotos y GPS formarán parte de su rutina los próximos días. Y por supuesto, el hotel que han elegido ella y su amiga Laura tiene wifi. Y su tarifa de datos incluye viajes al extranjero.

No son las únicas. La imagen del turista ha sustituido la cámara de fotos y el mapa de papel por el móvil y el palo de selfie. Smartphones para hacerlo todo: fotos, mensajes, apps, GPS, consultas sobre locales, redes sociales... Nadie sale de casa, y menos viaja, sin el móvil ni la tableta. En un intenso recorrido por el centro de Barcelona, tan solo una joven turista coreana, Natali, explicó que no accedía a internet porque es bueno «no conectarse en vacaciones», mientras su amiga iba tecleando con fruición en el móvil, aunque explicaba que sin estar conectada a internet. Anotaba sus impresiones desde la cola de la Casa Batlló sin levantar la vista hacia el edificio.

Si hace 15 años, el wardriving, que es como se conocía el rastreo de redes inalámbricas cuando eran escasas, era una actividad de hackers, que no dudaban en marcar con códigos escritos en tiza (warchalk) las paredes de las zonas con conexión, ahora esto se hace móvil en mano y andando, y muchos restaurantes ni anuncian que tienen wifi para clientes. La conexión inalámbrica alterna con la móvil 3G o 4G. Todo depende de la generosidad del operador móvil.

«Si hay wifi, vale, pero si no, uso mi tarifa de datos. Mi operador, T-Mobile, me da minutos y mensajes gratis en toda Europa», explica el estadounidense John durante un paseo en bicicleta por el Gòtic, siguiendo a un guía que da las instrucciones vía bluetooth al móvil de cada uno de sus clientes. El holandés Rob, en cambio, carga sus mensajes a la tarifa de la empresa, aun estando en vacaciones. «Yo no pago, pagan ellos», dice sonriendo mientras recorre la Vila Olímpica móvil en mano.

Los operadores de otros países, como los españoles, no suelen incluir otros destinos en sus tarifas planas, y los intentos de la Comisión Europea por reducir el precio de la factura en el extranjero no han sido suficientes. Domenico y Serena, turistas italianos, ahorran datos usando solo el GPS del móvil. «Lo usamos lo mínimo, solo para saber dónde estamos». Y el resto del tiempo, buscan conexión en bares y hoteles.

RED MUNICIPAL / Barcelona Wifi, el servicio municipal de conexión inalámbrica, que acaba de cumplir seis años, ha batido su récord este julio. Se trata de una conexión limitada, de baja velocidad para no competir con los operadores, pero que cuenta con más de 600 puntos de acceso en toda la ciudad señalados con un cartel azul. Solo hay que dar un número de móvil y registrar una contraseña. Si se quiere más ancho de banda, la misma empresa ofrece un servicio premium, no tan bien señalado como el primero, que hay que ir buscando. «Es cierto que no le hemos dado ninguna publicidad, pero está funcionando bastante bien entre los usuarios», admite Joaquín Galí, consejero delegado del grupo Eurona, que es quien proporciona el servicio municipal y principal proveedor en España de internet inalámbrico a hoteles y aeropuertos.

«Hasta hace poco los hoteles tenían poco margen de ganancia por habitación para ofrecer internet de calidad. Ahora parece que se empieza a reactivar pero no tanto como fuera de España, donde el crecimiento de las wifis está siendo espectacular. Un hotel de tres estrellas suele ofrecer una wifi justita, de poca calidad y a veces insegura. Si es de más categoría, hay una internet de más calidad que se paga», señala Galí.

Sin embargo muchos clientes se resisten a pagar por este servicio y reclaman que la conexión sea gratuita y fiable. «Los hoteles tienen un problema. Hace unos años, el cliente conectaba un ordenador y miraba el correo. Ahora les llega una familia con cuatro miembros, todos con móvil y no solo quieren mensajes. Quieren ver vídeos, jugar con la consola... Y cada uno con su aparato. Esto supone un ancho de banda que es caro de mantener», comenta Toni Mascaró, consultor de turismo en eMascaró. «¿Qué hacen? O lo cobran aparte o lo usan como herramienta de márketing y dan internet gratis a cambio de darle un 'Me gusta' a la página de Facebook. Que el cliente no se lleve una mala experiencia», afirma.

Room Mate, una de las cadenas hoteleras pioneras en ofrecer wifi gratis a sus clientes, ha comenzado a darla también en movilidad gracias a un dispositivo móvil que permite conectar hasta cinco aparatos. «Para nosotros es una inversión, no un gasto, porque nos fideliza a los clientes», asegura una portavoz. También los apartamentos turísticos han hecho de la wifi uno de sus reclamos. «El 90% de nuestros asociados ofrecen conexión gratuita, sobre todo por el Mobile World Congress», afirman la patronal Apartur.

Los restaurantes también viven este furor por la conexión. «Pusimos una wifi en el restaurante y ahora hemos puesto otra en la terraza, y estamos pensando si poner enchufes, porque cada vez nos pide más gente poder cargar el móvil. Ya ni preguntan si hay wifi, simplemente se conectan. Es un servicio que das», cuenta Carlos Villar, director del restaurante Navarra. «Y no es cierto que se pasen toda la mañana con un café. Eso solo es el 5%».

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