No es Hamlet pero podría serlo

Una virguera calavera de vidrio anuncia que aquí hay los mejores artesanos del sector

'Corona de plomo', pieza de vidrio y plomo de Quim Falcó y Txell Tembleque, en la exposición de artesanía 'Relarts'.

'Corona de plomo', pieza de vidrio y plomo de Quim Falcó y Txell Tembleque, en la exposición de artesanía 'Relarts'. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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¿Qué une a Ángel León, Paco Pérez, David Muñoz, Joan Roca...? Más de una estrella Michelin es la respuesta fácil. Fácil, sí, pero no la única. Hay más, todos comparten artesano. Vidriero. Veamos, un plato de altura necesita una cocina de nivel pero también un soporte que no lo desmerezca. No se degusta igual el arte de los fogones en un cuenco Duralex que en una exclusiva vajilla. Artesanal y realizada en el Poble Español, para más señas. De vidrio opaco, como las que hacen Esther Luesma y Xavier Vega, que lo mismo crean platos-lienzo para el Diverxo, que platos escultóricos para la ópera 'El Somni' de El Celler de Can Roca. La última de sus piezas tiene a una pileta de agua bendita del siglo XVII como referente y en nada oficiará en el flamante Enigma de Albert Adrià. 

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Por ahora luce en la exposición 'Relarts' (Banys Nous, 11) junto con otras obras excepcionales de 20 artesanos más. Los mejores de Catalunya, se supone, por algo los han escogido sus propios colegas. Comparten excelencia y comparten internacionalidad, además de tanto reconocimiento fuera de nuestras fronteras como desconocimiento dentro del país. ¿O es que alguien sabe quiénes son Quim Falcó y Txell Tembleque? Aquí, pocos. En Dubái, más. En el sultanato buscaban a los mejores artesanos del mundo en vidrio fundido para hacer una escultura de homenaje a la cetrería, la afición por excelencia en el país. Y ellos la harán. De momento, su arte brilla en Relarts con una filigrana en forma de calavera de cristal coronada con plomo donde es posible leer un texto realizado con grisalla. No es Hamlet, pero dada su pericia podría serlo. El cráneo, en virguería, empata con la pieza de Victòria Rabal: un sombrero confeccionado a imagen y semejanza de los gorros de fumar que antaño lucían los burgueses barceloneses en sus salones dedicados a dichos menesteres, pero realizado en papel y con filigranas del 'Sueño de Polífilo'. Ahí es nada.   

HUIR CON LA CUBERTERÍA

Toda esta profusión de alta artesanía tiene un objetivo: reivindicarla. Se vive un buen momento, sí, pero también se vive la falta de reconocimiento popular. Y eso es lo que se busca: el cariño de la gente. El objetivo es situar a la artesanía catalana a los mismos los niveles que goza en Francia o en los países nórdicos. En el primero la arrastra la industria del lujo: un bolso Louis Vuitton necesita un ejército de buenos artesanos detrás. Los hay. Y en el norte lo que tira del carro es el diseño. Sin oficios de calidad de nada sirven los bocetos de Kosta Boda. 

Aquí momentos buenos, buenísimos, los hubo: El cristal soplado en el siglo XVIII y la cerámica y todas las artes aplicadas con el modernismo. También tuvo sus 15 minutos de gloria la orfebrería barcelonesa del siglo XIV. Cosas de la nobleza. Siempre era más fácil huir con una cubertería de plata a cuestas que arrastrando un palacio con artesonados. De ahí la popularidad de la plata trabajada. 

MEDIAS DE CERÁMICA

La gloria de ahora llega después de tocar el infierno, hace 20 o 30 años la artesanía había degenerado mucho. La participación de Joan Farré, un as de la cestería, construyendo en mimbre la fachada del pabellón español de la Exposición Universal de Shanghái proyectado por Benedetta Tagliabue, en el 2010, marcó un punto de inflexión. También ha ayudado todo el trabajo en hierro forjado realizado por Enric Pla en la Sagrada Familia y la faena  de promoción elaborada por la Federació d’Associacions d’Artesans. Aun con todo,  la gran pregunta ("un debate bizantino que no lleva a nada", a juicio de Javi Palomo, comisario de 'Relarts') de qué es arte y qué es artesanía queda sin resolver. Ni falta que hace. Las piezas deben defenderse por ellas mismas.

Y si la entrada al museo la da una técnica excelente, un trabajo intelectual capaz de trascender el momento, además de la universalidad, todas las obras expuestas en 'Relarts' deberían tener su hornacina en un centro de arte. Y si no fíjense en las medias de Arianna Russo que cuelgan en medio de la sala. Tienen pliegues, arrugas, puntadas de hilo y parecen sedosas. Dan ganas de ponérselas. Imposible. Son de cerámica, aunque solo tienen un milímetro de grosor. Son artesanía, sí, pero también podrían ser arte. Al final, el atributo es lo de menos.