Los guías turísticos rechazan una Barcelona masificada de visitantes

El colectivo se queja del intrusismo de las multinacionales "sobre los que no hay ningún control"

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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El guía turístico con el paraguas, pegando gritos, tratando a los forasteros como ganado, inventando más allá de lo poco que conoce. Esa imagen borrosa, irreal de la profesión, se ha hecho carne este domingo en Barcelona en forma de visitas gratuitas para los nativos. Decenas de guías han prestado su conocimiento esta mañana con un doble objetivo: demostrar que esta es una actividad seria y que ellos, aseguran, son los primeros que no quieren que el turismo se descontrole. 

Han congregado a los curiosos, después de convocarlos a través de las redes sociales, en la Rambla, en el Born y en Montjuïc. Pero también en MontserratLloret de MarGirona Sant Feliu de GuíxolsBegoña Blanco, presidenta de la asociación de guías Aguicat, explica que este es un trabajo rodeado de malos tópicos, y que por eso han querido hacerse visibles. En una ciudad en la que el turismo no deja de crecer -se prevén 74 nuevos hoteles a corto plazo-, lamenta que a este colectivo le haya tocado pagar los platos rotos. Porque son muchos los que consideran que la capital catalana hace tiempo que experimenta una cierta saturación de visitantes. "Nosotros somos los primeros que queremos que esto no pase. Primero, porque también vivimos aquí, y segundo, porque no quiero que mis clientes me digan que no están a gusto porque hay demasiada gente en los lugares que visitamos. Quiero un turismo de proximidad, que puedan ir a la bodega de toda la vida".

VISITAS SIN LEY

Aguicat, asociación con un año de vida, está formada por 277 guías de los 3.000 que hay censados en toda Catalunya. El 80% de estos profesionales son autónomos. "Nos toca buscarnos la vida por todas partes, pero también reciclarnos y formarnos". En esa labor por ganarse la vida, sostiene Blanco, tienen que lidiar "con un intrusismo cada vez mayor". "En la calle no es ilegal, pero sí lo es en los lugares declarados bien nacional de interés común, donde solo podemos trabajar nosotros, un profesor con su alumnado o un empleado del recinto". También se queja de las multinacionales que desembarcan en Barcelona incumpliendo las normativas municipales -como las excursiones en bici vetadas en ciertas calles del Gòtic-. "No sabemos de dónde salen ni qué hacen. ¿Qué explican a los turistas? no hay ningún tipo de control". 

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